Episodio 5a: El día de los lamanitas. Discurso
El día de los lamanitas, por el Elder Spencer W. Kimball
El presidente Kimball fue miembro del consejo de los doce desde 1943 hasta 1985. Sirvió como presidente actuante del consejo de los doce desde 1970 hasta 1972, como presidente de los doce desde 1972 hasta 1973, y como presidente de la iglesia desde 1973 hasta 1985.
Spencer W. Kimball, Reporte de la conferencia de octubre de 1960, págs. 32-37
El programa de asignación de Utah al que se refiere el presidente Kimball es un programa en el que niños indios, es decir, nativos americanos, eran asignados a vivir en hogares de familias blancas durante el año escolar para que pudieran asistir a las escuelas públicas y así poder asimilarse a la cultura dominante de Utah en los años 70. Una vez que el presidente Kimball falleció, el programa comenzó a desvanecerse hasta que finalmente desapareció por completo.
Noten como el presidente Kimball habla de que los niños indios en hogares blancos se están volviendo blancos y deleitables. Literalmente, ya que, según él, la piel de muchos de estos niños se estaba volviendo más clara.
Hace algunos años asistí a una Conferencia de misioneros en un pequeño pueblo de Arizona al que los indios de los alrededores les dieron un nombre indio que significa "el lugar donde la gente oraba". Fue la ciudad de Joseph. Hace un mes que tuve el privilegio de entrar en el campo misionero en la misión india del suroeste y en otra ciudad que también podría haber sido nombrada por los indios "la ciudad de la hospitalidad," llevamos a cabo una Conferencia de misioneros, y esta ciudad fue Snowflake, que significa copo de nieve.
Los misioneros de la misión india del suroeste nos contaron de sus labores entre los indios, y quizás este es una de las misiones extranjeras más extrañas y está en una tierra de lenguas extrañas y coloridas, un lugar de frío de montaña y cerca del calor del desierto al nivel del mar, una tierra donde se está produciendo una nueva fusión de los pueblos y tribus, y donde el Evangelio de Jesucristo está neutralizando los siglos de incredulidad.
He encontrado pruebas de que la superstición está desapareciendo y la fe en el Evangelio está creciendo. He visto personas que han sido durante siglos como la paja ante el viento que ahora estan estableciéndose en la industria, en la seguridad y la estabilidad — un pueblo que durante más de un milenio ha sido "como un vaso... arrojado sobre las olas, sin vela o anclaje, o sin nada que le dirija". Les vi comenzando a aceptar el Evangelio de Cristo.
Les vi reclamando las bendiciones que el Señor reservó "... para los gentiles que poseerán la tierra" (Mormón 5:19). Vi aceleración en su curso y el tiempo está cerca cuando el Señor va a "... recordar el pacto que hizo con Abraham y con toda la casa de Israel" (Mormón 5:20). "... y así como vive el Señor, se acordará del convenio que ha hecho con ellos. Y él conoce sus oraciones"( Mormón 8:23-24).
El trabajo se está desplegando, ojos cegados están comenzando a ver y personas dispersas están empezando a reunirse. Vi un fuerte contraste en el progreso de los pueblos indígenas hoy contrastado a la de hace sólo quince años. Verdaderamente se están cayendo las escamas de oscuridad de sus ojos, y se están convirtiendo en un pueblo blanco y deleitable (2 Ne. 30:6).
En esta misión sola hay más de 8400 miembros de la Iglesia. Cuando visité esta zona hace quince años, habían noventa y cuatro. "¿Son fieles?" Me preguntan. Y la respuesta es, "no todos ellos. Son casi iguales que sus primos blancos en las estacas de Sión". "¿Están haciendo progreso?" Y la respuesta es sí. Quizás relativamente más progreso que nosotros."
Los indios son gente, y mientras más sirvo con ellos más me doy cuenta que responden al mismo tipo de enseñanza, bondad y amor que nosotros. Tienen las mismas emociones. Puede ser que algunos no tengan Dios, pero la mayoría de ellos son religiosos. Noté que la fe es algo básico en sus vidas. Aprendí de una pareja de Navajos que llevaron a su bebé a la casa de la misión para recibir una bendición — estaba blanco y lívido y parecía estar muerto. Pronto estuvo bien y empezó a jugar — y la mujer india que perdió su oído y lo recibió a través de la bendición de los jóvenes misioneros; o el élder cuya madre Navajo le preguntó si tenía fe en el padre celestial cuando el pequeño hermano estaba desesperadamente enfermo, y el hermano estuvo totalmente bien a la mañana siguiente después de que él mismo se había escondió en un armario y oró por él.
Sí, los indios tienen fe, una fe más bien simple, pura y sin adulteración, como lo demuestra la madre india que pidió a los élderes que vinieran al hospital para bendecir a su hijo enfermo. Al día siguiente los élderes fueron a su casa y preguntaron, "Cómo esté el niño?" ¿Y ella respondió, "Oh, él está bien," en un tono que decía, "bueno, ustedes lo bendijeron, no? Por supuesto que está bien".
Y otro india cuyas manos estaban tan quemadas que sentía un dolor insoportable. La bendición trajo alivio casi inmediato, y ella estaba usando sus manos en un día o dos. Está la familia India que les suplicó a los élderes que oraran por lluvia para sus cultivos, para la hierba, el ganado y las ovejas. "Pero por favor tenga cuidado", les advirtieron. "La última vez que los élderes oraron por lluvia, llovió demasiado y los corrales de ovejas fueron devastados, y algunas de las ovejas se ahogaron.”
Está el élder de la tribu Hopi en un hospital de Phoenix con su brazo y pierna paralizadas y sin uso o movimiento. Pidió a la enfermera que encontrara a un élder mormón. Un obispo fue llamado, compró el aceite, lo consagró y bendijeron al paciente indio. "Él sí que tenía fe en el Señor," dijo el obispo. "Hablamos por un rato, y le pregunté si podría mover sus dedos, ¡y si hubieran visto la expresión en su rostro cuando trató! Ciertamente pudo moverlos, y antes de irnos ya podría levantar la pierna, y cuando lo visité el domingo pasado podía mover la pierna y el brazo.
¡El día de los lamanitas está aquí! Jóvenes misioneros blancos a lo largo de la iglesia están felices de su servicio, felices de que fueron llamados a esta misión tan especial, algunos planean cambiar sus carreras universitarias cuando regresen de sus misiones para poder trabajar entre los indios.
Veo a un pueblo que era dependiente empezar a independizarse; por ejemplo, les veo venir en sus camionetas a las reuniones, mientras que hace una década necesitaban ser recogidos por los misioneros, alimentado y mimados. Algunos todavía tienen que aprender, pero están haciendo progresos; por ejemplo, dos misioneros organizaron una fiesta — los indios tenía que traer la comida, los élderes debían traer las bebidas. Cuando la fiesta empezó, sólo había bebidas, no comida. Otro día se organizó otra fiesta — los indios tenían que llevar los alimentos y los élderes la bebida, y esta vez había comida y bebida. Están aprendiendo.
Pedimos una foto de los élderes indios. Recibimos veinte — cinco de muchachos de sangre 100% navajo, y quince que eran parte navajo, apache, ute y sioux. Uno de los élderes navajos, cuya madre y familia vivían a menos de cien millas de distancia de su misión, nunca pidió que le permitiéramos ir a visitarlos, y había servido ocho meses en la misión. Un élder indio dijo: "los primeros misioneros plantaron un árbol en la reservación hace años. Ahora el árbol está dando frutos: élderes navajos. El árbol joven tuvo poca fruta, pero árbol maduro tiene más fruta, más élderes."
Está el élder navajo que testificó de su felicidad y dijo que mientras estaba en la guerra — creo que fue en Corea — había soñado una noche que estaba con sus padres en la reservación, pero despertó en lodo y agua y fuego. Ahora está en medio de otro sueño, un sueño tan glorioso, dijo, que él espera nunca despertarse de él.
Estos élderes indios son limpios, de buena apariencia, sonrientes e iguales que sus compañeros blancos, guapos y sinceros — algunas tienen dificultad aprendiendo la lengua inglesa y otros llegan a través del programa de asignación de Utah hablando perfecto inglés y mostrando lo mejor de nuestra propia cultura. Los élderes blancos se sientan afortunados cuando tienen la suerte de tener un compañero navajo.
Veo a estos indios jóvenes orando y predicando y bendiciendo a los enfermos, y recuerdo la declaración del profeta José: "toma a Jacob Zundell y Frederick H. Moeser... y envíalos a Alemania y cuando encuentres a un árabe envíalo a Arabia; cuando encuentres a un italiano envíalo a Italia; a un francés a Francia; y a un indio, cuando sea adecuado, envíalo entre los indios. Envíalos a los diferentes lugares a los que pertenecen". (DHC 5:368.)
Por fin los indios están preparados. Les escuché compartir su testimonio, vi derramar lágrimas de alegría, les escuché expresar su afecto por sus seres queridos. Vi a niños indios venir al presidente para ofrecerle sus servicios como misioneros. Eso no podría haber ocurrido hace una década. Al mirar hacia el futuro, seguramente veremos miles de indios misioneros, ya que a través de nuestros diversos organismos, estamos entrenando a probablemente 3 mil muchachos indios en nuestros diferentes departamentos que están aprendiendo el trabajo de misioneros. Muy pronto habrá un muchacho indio trabajando con cada misionero blanco, y esto sucederá en las otras misiones lamanitas, de eso estoy seguro.
El día de los lamanitas está cerca. Durante años han ido haciéndose deleitables, y se están volviendo ahora blancos y deleitables, como se les ha prometido (2 ne. 30:6). En esta foto de los veinte misioneros lamanitas, quince de los veinte eran tan blancos como los anglos; cinco eran oscuros pero igualmente deleitables. Los niños en el programa de asignación en Utah a menudo son más blancos que sus hermanos y hermanas en los hogares en la reservación.
En una reunión, un padre, una madre y su hija de dieciséis años de edad estaban presentes, la hija estaba sentada entre el padre y la madre oscuros y era evidente que era varios tonos más clara que sus padres — en la misma reservación, en el mismo hogar, sujetos al mismo sol y viento y clima. Está el doctor de una ciudad de Utah que durante dos años había tenido un niño indio en su casa, quien afirmó que era algunos tonos más claros que el hermano menor, quien recién estaba viniendo al programa desde la reservación. Estos jóvenes miembros de la iglesia están cambiando y volviéndose blancos y deleitables. Un élder blanco dijo bromeando que él y su compañero estaban donando sangre regularmente al hospital con la esperanza de que el proceso pudiera ser acelerado.
Los misioneros están teniendo grandes experiencias haciendo proselitismo, enseñando, en las organizaciones, en el desempeño en las primarias, en las sociedades de socorro. Dirigen a las mujeres para hacer colchas y toallas y agarraderas, las cuales dicen que venden más rápido de lo que pueden hacerlas; pero siempre hay una venta de la sociedad de socorro en sus planes futuros. Reúsan cerámica y arcilla rota para hacer cerámicas nuevas. Hacen artesanías, aprenden a cocinar; se les enseñan primeros auxilios, como parar hemorragias, como entablillar, reanimar, mover a los heridos; se les enseña a hablar y a cantar. Tres hermanas lamanitas encantadoras cantaron un trío en una de nuestras reuniones. Dos élderes en una zona les enseñaban a las mujeres cómo hacer pañales.
Encontramos que los indios están aprendiendo a ser ingeniosos y adaptables, y de la tradición están viniendo a la verdad, de las leyendas a los hechos, de las pinturas de arena y las señas a la administración y las ordenanzas. Los indios están comenzando a pagar sus diezmos. Viven la palabra de sabiduría. Están asistiendo a sus reuniones. Están teniendo oraciones familiares, y por un tiempo este año, se dice que los diezmos en esa misión han sido mayores que el presupuesto para la misión.
Están agradecidos por lo que se está haciendo por ellos. Un típico indiecito de nueve años oró: "padre en el cielo, por favor bendice a los misioneros para que su éxito sea bueno." Una típica mujer India declaró: "Cuando puedo ser bautizada?" Y la respuesta fue, "cuando haya aprendido un poco más del evangelio." Un fabricante de monturas apache, cuando se le dieron las lecciones del libro de Mormón, dijo: "yo conozco esa historia. Sé que es verdadera. Mi gente de antaño me la contó."
Los indios tienen leyendas que podrían ser reminiscentes de los tres nefitas, de la creación, del diluvio, de la visita de Cristo. Están empezando a reconocer la similitud entre las historias distorsionadas de su tradición y la verdad que ha sido registrada.
Un participante — un élder indio apache, primer consejero en la presidencia de la rama, maneja sesenta y cuatro millas a sus reuniones con su familia y sesenta y cuatro millas de regreso, y rara vez pierde una reunión, excepto en tiempo de tornados. Es inteligente y limpio y guapo y dirige las reuniones con dignidad. Habla un inglés excelente, y esto, de nuevo, es en cumplimiento de mi bendición patriarcal, en la que se me prometió: "Los verás organizados y debes estar dispuesto a presentarte como un baluarte entre este pueblo".
En el templo, en el viaje de junio, había un novio de la tribu navajo y una novia de la tribu pima, un novio cherokee y una novia navajo; y ellos, típico de muchos indios, están tomando muy en serio el programa del evangelio. Cuando estaban en esta convención, la buena gente de Mesa, Arizona, gentilmente se hizo cargo de sus necesidades, y eso también fue en cumplimiento de la profecía de José Smith, quien dijo:
"Habrá decenas de miles de los Santos, que se reunirán en las montañas rocosas, y se abrirá la puerta para el establecimiento del evangelio entre los lamanitas que reciban el evangelio y sus investiduras y las bendiciones de Dios". (Discursos de Wilford Woodruff, págs. 30-39).
A uno se le mueve el corazón cuando ve a treinta o cuarenta niños y niñas de la tribu Hopi reuniéndose en la primaria recibiendo lecciones enseñadas por misioneros de diecinueve años de edad, y es aún más conmovedor ver veinte pequeños indios apaches salvajes galopando sobre las colinas en sus burros para asistir a la primaria en Fort Apache.
Los jóvenes misioneros están aprendiendo el difícil idioma Navajo, y las parejas más avanzadas en edad utilizan en gran medida el lenguaje del amor. La lengua Navajo es tan difícil que se dice que se utilizó para enviar mensajes en código durante la segunda guerra mundial porque los japoneses no podrían decifrarlo. Es reconfortante escuchar al joven élder navajo luchando con su pronunciación y su vocabulario, pero nunca dudando al expresar sus pensamientos de manera convincente y su impresionante testimonio. Su madre le había dicho cuando era un niño pequeño: "ve a la iglesia mormona. Es la iglesia verdadera". Nos lo contó mientras luchaba con sus lágrimas.
Una dedicada pareja de misioneros se quedó atorada en la nieve el invierno pasado, y el marido empujó el coche mientras la esposa lo dirigió. Al hacerlo, se cayó y se rompió las rodillas. Más tarde le rogaron al presidente: "por favor no nos envíe a casa. Envíenos al hospital por un tiempo." Le dieron una rodilla de metal y muletas, y los indios que le vieron cojeando con sus muletas dijeron: "Alguien así de sincero debe ser escuchado." Y la madre que ahora tiene a sus hijos criados, nos contó de su bendición patriarcal dada hace muchos años atrás, la cual decía que ella iba a ir a una misión con su marido, pero como ella estaba ocupada con su familia de niños pequeños, su marido fue a su misión solo y murió en un accidente de auto al regresar a casa. ¿Cómo podría cumplirse su bendición, se preguntó, con niños que educar e hijos para enviar en misiones y ella en su viudez? Pero cuando terminó de educar a su familia y los hijos habían vuelto de sus misiones, se casó con otro hombre, un converso, y juntos ahora están cumpliendo la bendición patriarcal y sirviendo gloriosas misiones.
Ha llegado el día de los lamanitas. Los indios de este país, especialmente los del suroeste, tienen muchas bendiciones que son suyas hoy pero que no eran suyas ayer. Agencias gubernamentales, otros grupos, así como nosotros mismos, hemos sido conscientes de sus pasadas graves situaciones. Pero hoy en día se están disipando las nubes oscuras. Mientras que hace sólo una década habían decenas de miles de niños sin educación, hoy prácticamente todos los niños tienen oportunidades educativas. ¿Puedo citar un párrafo de mi discurso a esta Conferencia en 1947 sobre estos indios:
"Las condiciones de salud son deplorables. Tienen solo un dentista que trabaja tiempo completo para 63.000 personas y ningún doctor o enfermera. La tasa de mortalidad es muy alta, siendo 16 por cada mil frente a 6,36 en el resto de la Iglesia. Las familias viven en un hogan sucio, el cual es una pequeña habitación circular con piso de tierra, sin ventanas y con una estufa o un fuego en el centro. Todos los miembros de la familia duermen en pieles de ovejas en el piso. No hay ninguna privacidad, prácticamente ningún mueble o equipamiento. No hay ninguna comodidad sanitaria adentro o afuera de la casa. Con una sola toalla, una taza en común, sin agua caliente ni desinfectantes, es fácil ver por qué la tracoma, el impétigo y otras enfermedades de la piel se transmiten por la familia, y porqué la disentería, las enfermedades venéreas y la tuberculosis son epidemias. En una encuesta de 31 familias se encontró que un promedio de tres personas en cada familia tenían tuberculosis. Al estar tan aislados y con un acceso tan limitado a un hospital, muchos yacen en sus hogans, tosen en el aire, escupen en el suelo, y finalmente mueren en el piso de tierra sin asistencia médica"(The Improvement Era, mayo de 1947, p. 348).
Pero hoy hay hospitales, médicos, enfermeras y dentistas. Muchas familias viven en casas cómodas, bastante bien amuebladas. La enfermedad está desapareciendo, la tuberculosis está bajo control y la higiene está mejorando mucho. En exámenes recientes de más de cuatrocientos niños en nuestra clínica de salud cuando les trajimos a Utah este otoño, encontramos que no hubo ningún resultado positivo en nuestros exámenes de rayos X.
En los años 40, estas personas tenían un ingreso promedio de unos $81 al año. Vivían en una tierra que a la mayoría de nosotros nos parecería inútil, estéril y hostil; pero esa tierra desolada está produciendo petróleo, gas y uranio, carbón y madera, y muchos millones de dólares están viviendo al tesoro tribal. En los primeros días cada familia tenía que luchar por su propia subsistencia; hoy el consejo tribal está usando sabiamente estas enormes sumas para construir escuelas y hospitales y carreteras y para dar becas. ¡Qué extraña paradoja, que la tierra dada a los indios, desolada y no deseada, resultó ser la fuente de muchas bendiciones! ¿No estaba la providencia sonriéndoles a estas personas y esperando este día?
Hoy vamos a enseñar el Evangelio a los jóvenes indios, y mañana habrá miles de ellos en misiones. Casi todos sus matrimonios se realizarán en templos. Tendrán cargos de liderazgo en barrios y estacas se organizarán en sus áreas, y junto con sus hermanos blancos se convertirán en líderes en el reino. Grupos de estacas se están organizados en misiones de minorías regionales. Unos 320 de los 2300 indios en Brigham City son miembros de la Iglesia, y tenemos una encantadora capilla que el presidente McKay dedicó allí.
En Albuquerque, Riverside, Chilloco y Lawrence, en Kansas, en Carson City, Nevada, en Chemawa en Oregon, en Anadarko en Oklahoma y en otros lugares, nuestros jóvenes — cientos y cientos de ellos — están recibiendo educación de seminario similar. En Azteca, Gallup, Richfield, Flagstaff, Holbrook, Snowflake y Winslow estamos capacitándolos en combinación con las escuelas periféricas del Gobierno.
Unos 420 niños indios están recibiendo una educación superior en hogares de Utah bajo el programa de asignación educativa. Estos niños están siendo alimentados, alojados, vestidos y amados por la gente desinteresada de Utah que los reciben en sus casas — gente filantrópicas que terminan amando a los niños indios como si fueran sus propios hijos, y que les dan cada ventaja — cultural, espiritual y educativa, y que los entrenan en los scouts, en trabajos organizativos, en oraciones familiares, en seminario y en actividades en el hogar. Cito de una reciente carta de una autoridad sobre la vida indígena y la educación:
"Creo que tiene usted un programa muy admirable y que es probablemente el único enfoque positivo con respecto al problema del indio en los Estados Unidos. He pasado gran parte de mi vida viviendo o trabajando con el pueblo indio y todavía tienen que enterarse de un programa que haya tomado al indio fuera de su condición actual y que lo haya orientado hacia el camino del progreso."
Cuando estos niños completen su escuela primaria y secundaria, la universidad de Brigham Young está lista para recibirlos, donde recibirán cursos especiales de orientación y donde asesores les ayudan a ser líderes, y cada año nuestros estudiantes indios desfilan en toga y sombrero con otros cientos de graduados de esta gran institución.
Tenemos programas de seguimiento para ayudar a los jóvenes indios a obtener un empleo en cuanto completen sus tareas escolares.
Un nuevo programa con clases de instrucción se organizó en la reservación, mediante el cual los indiecitos reciben una formación religiosa. En la actualidad unos 2500 muchachitos se reúnen semanalmente o incluso más frecuentemente con los jóvenes misioneros para recibir instrucción religiosa, asignados por sus padres a la iglesia de su elección. Estos pequeños están recibiendo instrucción en unas sesenta clases, y jóvenes misioneros están demostrando su temple al proveerles esa educación.
Dos jóvenes élderes enseñan a 102 niños en sus clases, y otra pareja, un navajo y un élder blanco, está enseñando a 135 niños y niñas junto con algunos de sus padres, quienes pidieron el privilegio de asistir.
No sólo los indios del suroeste, pero los lamanitas en general, están encontrando una puerta abierta a la educación, a la cultura, al refinamiento, al progreso y al evangelio de Jesucristo. La iglesia ha gastado millones en Hawai, Nueva Zelanda y otras islas para proporcionar escuelas para los jóvenes lehitas. Seguramente, ninguno de sus descendientes deberán ir ahora sin una educación, y las escuelas construidas en México serán seguidas por escuelas en otras naciones. Seguramente se está reduciendo el número de necesitados, y la oportunidad está llamando a sus puertas. Cientos de lamanitas están sirviendo en misiones de las Américas y en las Islas del mar. Los lamanitas están ejerciendo su sacerdocio y criando a sus familias en rectitud. Un nuevo mundo se les está abriendo, y ellos están aprovechando las oportunidades. Dios bendiga a los lamanitas y acelere el día de su total emancipación de la esclavitud de antaño.
Esto pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
El presidente Kimball fue miembro del consejo de los doce desde 1943 hasta 1985. Sirvió como presidente actuante del consejo de los doce desde 1970 hasta 1972, como presidente de los doce desde 1972 hasta 1973, y como presidente de la iglesia desde 1973 hasta 1985.
Spencer W. Kimball, Reporte de la conferencia de octubre de 1960, págs. 32-37
El programa de asignación de Utah al que se refiere el presidente Kimball es un programa en el que niños indios, es decir, nativos americanos, eran asignados a vivir en hogares de familias blancas durante el año escolar para que pudieran asistir a las escuelas públicas y así poder asimilarse a la cultura dominante de Utah en los años 70. Una vez que el presidente Kimball falleció, el programa comenzó a desvanecerse hasta que finalmente desapareció por completo.
Noten como el presidente Kimball habla de que los niños indios en hogares blancos se están volviendo blancos y deleitables. Literalmente, ya que, según él, la piel de muchos de estos niños se estaba volviendo más clara.
Hace algunos años asistí a una Conferencia de misioneros en un pequeño pueblo de Arizona al que los indios de los alrededores les dieron un nombre indio que significa "el lugar donde la gente oraba". Fue la ciudad de Joseph. Hace un mes que tuve el privilegio de entrar en el campo misionero en la misión india del suroeste y en otra ciudad que también podría haber sido nombrada por los indios "la ciudad de la hospitalidad," llevamos a cabo una Conferencia de misioneros, y esta ciudad fue Snowflake, que significa copo de nieve.
Los misioneros de la misión india del suroeste nos contaron de sus labores entre los indios, y quizás este es una de las misiones extranjeras más extrañas y está en una tierra de lenguas extrañas y coloridas, un lugar de frío de montaña y cerca del calor del desierto al nivel del mar, una tierra donde se está produciendo una nueva fusión de los pueblos y tribus, y donde el Evangelio de Jesucristo está neutralizando los siglos de incredulidad.
He encontrado pruebas de que la superstición está desapareciendo y la fe en el Evangelio está creciendo. He visto personas que han sido durante siglos como la paja ante el viento que ahora estan estableciéndose en la industria, en la seguridad y la estabilidad — un pueblo que durante más de un milenio ha sido "como un vaso... arrojado sobre las olas, sin vela o anclaje, o sin nada que le dirija". Les vi comenzando a aceptar el Evangelio de Cristo.
Les vi reclamando las bendiciones que el Señor reservó "... para los gentiles que poseerán la tierra" (Mormón 5:19). Vi aceleración en su curso y el tiempo está cerca cuando el Señor va a "... recordar el pacto que hizo con Abraham y con toda la casa de Israel" (Mormón 5:20). "... y así como vive el Señor, se acordará del convenio que ha hecho con ellos. Y él conoce sus oraciones"( Mormón 8:23-24).
El trabajo se está desplegando, ojos cegados están comenzando a ver y personas dispersas están empezando a reunirse. Vi un fuerte contraste en el progreso de los pueblos indígenas hoy contrastado a la de hace sólo quince años. Verdaderamente se están cayendo las escamas de oscuridad de sus ojos, y se están convirtiendo en un pueblo blanco y deleitable (2 Ne. 30:6).
En esta misión sola hay más de 8400 miembros de la Iglesia. Cuando visité esta zona hace quince años, habían noventa y cuatro. "¿Son fieles?" Me preguntan. Y la respuesta es, "no todos ellos. Son casi iguales que sus primos blancos en las estacas de Sión". "¿Están haciendo progreso?" Y la respuesta es sí. Quizás relativamente más progreso que nosotros."
Los indios son gente, y mientras más sirvo con ellos más me doy cuenta que responden al mismo tipo de enseñanza, bondad y amor que nosotros. Tienen las mismas emociones. Puede ser que algunos no tengan Dios, pero la mayoría de ellos son religiosos. Noté que la fe es algo básico en sus vidas. Aprendí de una pareja de Navajos que llevaron a su bebé a la casa de la misión para recibir una bendición — estaba blanco y lívido y parecía estar muerto. Pronto estuvo bien y empezó a jugar — y la mujer india que perdió su oído y lo recibió a través de la bendición de los jóvenes misioneros; o el élder cuya madre Navajo le preguntó si tenía fe en el padre celestial cuando el pequeño hermano estaba desesperadamente enfermo, y el hermano estuvo totalmente bien a la mañana siguiente después de que él mismo se había escondió en un armario y oró por él.
Sí, los indios tienen fe, una fe más bien simple, pura y sin adulteración, como lo demuestra la madre india que pidió a los élderes que vinieran al hospital para bendecir a su hijo enfermo. Al día siguiente los élderes fueron a su casa y preguntaron, "Cómo esté el niño?" ¿Y ella respondió, "Oh, él está bien," en un tono que decía, "bueno, ustedes lo bendijeron, no? Por supuesto que está bien".
Y otro india cuyas manos estaban tan quemadas que sentía un dolor insoportable. La bendición trajo alivio casi inmediato, y ella estaba usando sus manos en un día o dos. Está la familia India que les suplicó a los élderes que oraran por lluvia para sus cultivos, para la hierba, el ganado y las ovejas. "Pero por favor tenga cuidado", les advirtieron. "La última vez que los élderes oraron por lluvia, llovió demasiado y los corrales de ovejas fueron devastados, y algunas de las ovejas se ahogaron.”
Está el élder de la tribu Hopi en un hospital de Phoenix con su brazo y pierna paralizadas y sin uso o movimiento. Pidió a la enfermera que encontrara a un élder mormón. Un obispo fue llamado, compró el aceite, lo consagró y bendijeron al paciente indio. "Él sí que tenía fe en el Señor," dijo el obispo. "Hablamos por un rato, y le pregunté si podría mover sus dedos, ¡y si hubieran visto la expresión en su rostro cuando trató! Ciertamente pudo moverlos, y antes de irnos ya podría levantar la pierna, y cuando lo visité el domingo pasado podía mover la pierna y el brazo.
¡El día de los lamanitas está aquí! Jóvenes misioneros blancos a lo largo de la iglesia están felices de su servicio, felices de que fueron llamados a esta misión tan especial, algunos planean cambiar sus carreras universitarias cuando regresen de sus misiones para poder trabajar entre los indios.
Veo a un pueblo que era dependiente empezar a independizarse; por ejemplo, les veo venir en sus camionetas a las reuniones, mientras que hace una década necesitaban ser recogidos por los misioneros, alimentado y mimados. Algunos todavía tienen que aprender, pero están haciendo progresos; por ejemplo, dos misioneros organizaron una fiesta — los indios tenía que traer la comida, los élderes debían traer las bebidas. Cuando la fiesta empezó, sólo había bebidas, no comida. Otro día se organizó otra fiesta — los indios tenían que llevar los alimentos y los élderes la bebida, y esta vez había comida y bebida. Están aprendiendo.
Pedimos una foto de los élderes indios. Recibimos veinte — cinco de muchachos de sangre 100% navajo, y quince que eran parte navajo, apache, ute y sioux. Uno de los élderes navajos, cuya madre y familia vivían a menos de cien millas de distancia de su misión, nunca pidió que le permitiéramos ir a visitarlos, y había servido ocho meses en la misión. Un élder indio dijo: "los primeros misioneros plantaron un árbol en la reservación hace años. Ahora el árbol está dando frutos: élderes navajos. El árbol joven tuvo poca fruta, pero árbol maduro tiene más fruta, más élderes."
Está el élder navajo que testificó de su felicidad y dijo que mientras estaba en la guerra — creo que fue en Corea — había soñado una noche que estaba con sus padres en la reservación, pero despertó en lodo y agua y fuego. Ahora está en medio de otro sueño, un sueño tan glorioso, dijo, que él espera nunca despertarse de él.
Estos élderes indios son limpios, de buena apariencia, sonrientes e iguales que sus compañeros blancos, guapos y sinceros — algunas tienen dificultad aprendiendo la lengua inglesa y otros llegan a través del programa de asignación de Utah hablando perfecto inglés y mostrando lo mejor de nuestra propia cultura. Los élderes blancos se sientan afortunados cuando tienen la suerte de tener un compañero navajo.
Veo a estos indios jóvenes orando y predicando y bendiciendo a los enfermos, y recuerdo la declaración del profeta José: "toma a Jacob Zundell y Frederick H. Moeser... y envíalos a Alemania y cuando encuentres a un árabe envíalo a Arabia; cuando encuentres a un italiano envíalo a Italia; a un francés a Francia; y a un indio, cuando sea adecuado, envíalo entre los indios. Envíalos a los diferentes lugares a los que pertenecen". (DHC 5:368.)
Por fin los indios están preparados. Les escuché compartir su testimonio, vi derramar lágrimas de alegría, les escuché expresar su afecto por sus seres queridos. Vi a niños indios venir al presidente para ofrecerle sus servicios como misioneros. Eso no podría haber ocurrido hace una década. Al mirar hacia el futuro, seguramente veremos miles de indios misioneros, ya que a través de nuestros diversos organismos, estamos entrenando a probablemente 3 mil muchachos indios en nuestros diferentes departamentos que están aprendiendo el trabajo de misioneros. Muy pronto habrá un muchacho indio trabajando con cada misionero blanco, y esto sucederá en las otras misiones lamanitas, de eso estoy seguro.
El día de los lamanitas está cerca. Durante años han ido haciéndose deleitables, y se están volviendo ahora blancos y deleitables, como se les ha prometido (2 ne. 30:6). En esta foto de los veinte misioneros lamanitas, quince de los veinte eran tan blancos como los anglos; cinco eran oscuros pero igualmente deleitables. Los niños en el programa de asignación en Utah a menudo son más blancos que sus hermanos y hermanas en los hogares en la reservación.
En una reunión, un padre, una madre y su hija de dieciséis años de edad estaban presentes, la hija estaba sentada entre el padre y la madre oscuros y era evidente que era varios tonos más clara que sus padres — en la misma reservación, en el mismo hogar, sujetos al mismo sol y viento y clima. Está el doctor de una ciudad de Utah que durante dos años había tenido un niño indio en su casa, quien afirmó que era algunos tonos más claros que el hermano menor, quien recién estaba viniendo al programa desde la reservación. Estos jóvenes miembros de la iglesia están cambiando y volviéndose blancos y deleitables. Un élder blanco dijo bromeando que él y su compañero estaban donando sangre regularmente al hospital con la esperanza de que el proceso pudiera ser acelerado.
Los misioneros están teniendo grandes experiencias haciendo proselitismo, enseñando, en las organizaciones, en el desempeño en las primarias, en las sociedades de socorro. Dirigen a las mujeres para hacer colchas y toallas y agarraderas, las cuales dicen que venden más rápido de lo que pueden hacerlas; pero siempre hay una venta de la sociedad de socorro en sus planes futuros. Reúsan cerámica y arcilla rota para hacer cerámicas nuevas. Hacen artesanías, aprenden a cocinar; se les enseñan primeros auxilios, como parar hemorragias, como entablillar, reanimar, mover a los heridos; se les enseña a hablar y a cantar. Tres hermanas lamanitas encantadoras cantaron un trío en una de nuestras reuniones. Dos élderes en una zona les enseñaban a las mujeres cómo hacer pañales.
Encontramos que los indios están aprendiendo a ser ingeniosos y adaptables, y de la tradición están viniendo a la verdad, de las leyendas a los hechos, de las pinturas de arena y las señas a la administración y las ordenanzas. Los indios están comenzando a pagar sus diezmos. Viven la palabra de sabiduría. Están asistiendo a sus reuniones. Están teniendo oraciones familiares, y por un tiempo este año, se dice que los diezmos en esa misión han sido mayores que el presupuesto para la misión.
Están agradecidos por lo que se está haciendo por ellos. Un típico indiecito de nueve años oró: "padre en el cielo, por favor bendice a los misioneros para que su éxito sea bueno." Una típica mujer India declaró: "Cuando puedo ser bautizada?" Y la respuesta fue, "cuando haya aprendido un poco más del evangelio." Un fabricante de monturas apache, cuando se le dieron las lecciones del libro de Mormón, dijo: "yo conozco esa historia. Sé que es verdadera. Mi gente de antaño me la contó."
Los indios tienen leyendas que podrían ser reminiscentes de los tres nefitas, de la creación, del diluvio, de la visita de Cristo. Están empezando a reconocer la similitud entre las historias distorsionadas de su tradición y la verdad que ha sido registrada.
Un participante — un élder indio apache, primer consejero en la presidencia de la rama, maneja sesenta y cuatro millas a sus reuniones con su familia y sesenta y cuatro millas de regreso, y rara vez pierde una reunión, excepto en tiempo de tornados. Es inteligente y limpio y guapo y dirige las reuniones con dignidad. Habla un inglés excelente, y esto, de nuevo, es en cumplimiento de mi bendición patriarcal, en la que se me prometió: "Los verás organizados y debes estar dispuesto a presentarte como un baluarte entre este pueblo".
En el templo, en el viaje de junio, había un novio de la tribu navajo y una novia de la tribu pima, un novio cherokee y una novia navajo; y ellos, típico de muchos indios, están tomando muy en serio el programa del evangelio. Cuando estaban en esta convención, la buena gente de Mesa, Arizona, gentilmente se hizo cargo de sus necesidades, y eso también fue en cumplimiento de la profecía de José Smith, quien dijo:
"Habrá decenas de miles de los Santos, que se reunirán en las montañas rocosas, y se abrirá la puerta para el establecimiento del evangelio entre los lamanitas que reciban el evangelio y sus investiduras y las bendiciones de Dios". (Discursos de Wilford Woodruff, págs. 30-39).
A uno se le mueve el corazón cuando ve a treinta o cuarenta niños y niñas de la tribu Hopi reuniéndose en la primaria recibiendo lecciones enseñadas por misioneros de diecinueve años de edad, y es aún más conmovedor ver veinte pequeños indios apaches salvajes galopando sobre las colinas en sus burros para asistir a la primaria en Fort Apache.
Los jóvenes misioneros están aprendiendo el difícil idioma Navajo, y las parejas más avanzadas en edad utilizan en gran medida el lenguaje del amor. La lengua Navajo es tan difícil que se dice que se utilizó para enviar mensajes en código durante la segunda guerra mundial porque los japoneses no podrían decifrarlo. Es reconfortante escuchar al joven élder navajo luchando con su pronunciación y su vocabulario, pero nunca dudando al expresar sus pensamientos de manera convincente y su impresionante testimonio. Su madre le había dicho cuando era un niño pequeño: "ve a la iglesia mormona. Es la iglesia verdadera". Nos lo contó mientras luchaba con sus lágrimas.
Una dedicada pareja de misioneros se quedó atorada en la nieve el invierno pasado, y el marido empujó el coche mientras la esposa lo dirigió. Al hacerlo, se cayó y se rompió las rodillas. Más tarde le rogaron al presidente: "por favor no nos envíe a casa. Envíenos al hospital por un tiempo." Le dieron una rodilla de metal y muletas, y los indios que le vieron cojeando con sus muletas dijeron: "Alguien así de sincero debe ser escuchado." Y la madre que ahora tiene a sus hijos criados, nos contó de su bendición patriarcal dada hace muchos años atrás, la cual decía que ella iba a ir a una misión con su marido, pero como ella estaba ocupada con su familia de niños pequeños, su marido fue a su misión solo y murió en un accidente de auto al regresar a casa. ¿Cómo podría cumplirse su bendición, se preguntó, con niños que educar e hijos para enviar en misiones y ella en su viudez? Pero cuando terminó de educar a su familia y los hijos habían vuelto de sus misiones, se casó con otro hombre, un converso, y juntos ahora están cumpliendo la bendición patriarcal y sirviendo gloriosas misiones.
Ha llegado el día de los lamanitas. Los indios de este país, especialmente los del suroeste, tienen muchas bendiciones que son suyas hoy pero que no eran suyas ayer. Agencias gubernamentales, otros grupos, así como nosotros mismos, hemos sido conscientes de sus pasadas graves situaciones. Pero hoy en día se están disipando las nubes oscuras. Mientras que hace sólo una década habían decenas de miles de niños sin educación, hoy prácticamente todos los niños tienen oportunidades educativas. ¿Puedo citar un párrafo de mi discurso a esta Conferencia en 1947 sobre estos indios:
"Las condiciones de salud son deplorables. Tienen solo un dentista que trabaja tiempo completo para 63.000 personas y ningún doctor o enfermera. La tasa de mortalidad es muy alta, siendo 16 por cada mil frente a 6,36 en el resto de la Iglesia. Las familias viven en un hogan sucio, el cual es una pequeña habitación circular con piso de tierra, sin ventanas y con una estufa o un fuego en el centro. Todos los miembros de la familia duermen en pieles de ovejas en el piso. No hay ninguna privacidad, prácticamente ningún mueble o equipamiento. No hay ninguna comodidad sanitaria adentro o afuera de la casa. Con una sola toalla, una taza en común, sin agua caliente ni desinfectantes, es fácil ver por qué la tracoma, el impétigo y otras enfermedades de la piel se transmiten por la familia, y porqué la disentería, las enfermedades venéreas y la tuberculosis son epidemias. En una encuesta de 31 familias se encontró que un promedio de tres personas en cada familia tenían tuberculosis. Al estar tan aislados y con un acceso tan limitado a un hospital, muchos yacen en sus hogans, tosen en el aire, escupen en el suelo, y finalmente mueren en el piso de tierra sin asistencia médica"(The Improvement Era, mayo de 1947, p. 348).
Pero hoy hay hospitales, médicos, enfermeras y dentistas. Muchas familias viven en casas cómodas, bastante bien amuebladas. La enfermedad está desapareciendo, la tuberculosis está bajo control y la higiene está mejorando mucho. En exámenes recientes de más de cuatrocientos niños en nuestra clínica de salud cuando les trajimos a Utah este otoño, encontramos que no hubo ningún resultado positivo en nuestros exámenes de rayos X.
En los años 40, estas personas tenían un ingreso promedio de unos $81 al año. Vivían en una tierra que a la mayoría de nosotros nos parecería inútil, estéril y hostil; pero esa tierra desolada está produciendo petróleo, gas y uranio, carbón y madera, y muchos millones de dólares están viviendo al tesoro tribal. En los primeros días cada familia tenía que luchar por su propia subsistencia; hoy el consejo tribal está usando sabiamente estas enormes sumas para construir escuelas y hospitales y carreteras y para dar becas. ¡Qué extraña paradoja, que la tierra dada a los indios, desolada y no deseada, resultó ser la fuente de muchas bendiciones! ¿No estaba la providencia sonriéndoles a estas personas y esperando este día?
Hoy vamos a enseñar el Evangelio a los jóvenes indios, y mañana habrá miles de ellos en misiones. Casi todos sus matrimonios se realizarán en templos. Tendrán cargos de liderazgo en barrios y estacas se organizarán en sus áreas, y junto con sus hermanos blancos se convertirán en líderes en el reino. Grupos de estacas se están organizados en misiones de minorías regionales. Unos 320 de los 2300 indios en Brigham City son miembros de la Iglesia, y tenemos una encantadora capilla que el presidente McKay dedicó allí.
En Albuquerque, Riverside, Chilloco y Lawrence, en Kansas, en Carson City, Nevada, en Chemawa en Oregon, en Anadarko en Oklahoma y en otros lugares, nuestros jóvenes — cientos y cientos de ellos — están recibiendo educación de seminario similar. En Azteca, Gallup, Richfield, Flagstaff, Holbrook, Snowflake y Winslow estamos capacitándolos en combinación con las escuelas periféricas del Gobierno.
Unos 420 niños indios están recibiendo una educación superior en hogares de Utah bajo el programa de asignación educativa. Estos niños están siendo alimentados, alojados, vestidos y amados por la gente desinteresada de Utah que los reciben en sus casas — gente filantrópicas que terminan amando a los niños indios como si fueran sus propios hijos, y que les dan cada ventaja — cultural, espiritual y educativa, y que los entrenan en los scouts, en trabajos organizativos, en oraciones familiares, en seminario y en actividades en el hogar. Cito de una reciente carta de una autoridad sobre la vida indígena y la educación:
"Creo que tiene usted un programa muy admirable y que es probablemente el único enfoque positivo con respecto al problema del indio en los Estados Unidos. He pasado gran parte de mi vida viviendo o trabajando con el pueblo indio y todavía tienen que enterarse de un programa que haya tomado al indio fuera de su condición actual y que lo haya orientado hacia el camino del progreso."
Cuando estos niños completen su escuela primaria y secundaria, la universidad de Brigham Young está lista para recibirlos, donde recibirán cursos especiales de orientación y donde asesores les ayudan a ser líderes, y cada año nuestros estudiantes indios desfilan en toga y sombrero con otros cientos de graduados de esta gran institución.
Tenemos programas de seguimiento para ayudar a los jóvenes indios a obtener un empleo en cuanto completen sus tareas escolares.
Un nuevo programa con clases de instrucción se organizó en la reservación, mediante el cual los indiecitos reciben una formación religiosa. En la actualidad unos 2500 muchachitos se reúnen semanalmente o incluso más frecuentemente con los jóvenes misioneros para recibir instrucción religiosa, asignados por sus padres a la iglesia de su elección. Estos pequeños están recibiendo instrucción en unas sesenta clases, y jóvenes misioneros están demostrando su temple al proveerles esa educación.
Dos jóvenes élderes enseñan a 102 niños en sus clases, y otra pareja, un navajo y un élder blanco, está enseñando a 135 niños y niñas junto con algunos de sus padres, quienes pidieron el privilegio de asistir.
No sólo los indios del suroeste, pero los lamanitas en general, están encontrando una puerta abierta a la educación, a la cultura, al refinamiento, al progreso y al evangelio de Jesucristo. La iglesia ha gastado millones en Hawai, Nueva Zelanda y otras islas para proporcionar escuelas para los jóvenes lehitas. Seguramente, ninguno de sus descendientes deberán ir ahora sin una educación, y las escuelas construidas en México serán seguidas por escuelas en otras naciones. Seguramente se está reduciendo el número de necesitados, y la oportunidad está llamando a sus puertas. Cientos de lamanitas están sirviendo en misiones de las Américas y en las Islas del mar. Los lamanitas están ejerciendo su sacerdocio y criando a sus familias en rectitud. Un nuevo mundo se les está abriendo, y ellos están aprovechando las oportunidades. Dios bendiga a los lamanitas y acelere el día de su total emancipación de la esclavitud de antaño.
Esto pido en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Este episodio me ayudó ver que la iglesia no solamente excluyó los negros de tener el sacerdocio sino también muchos líderes pensaron y predicaron doctrinas muy racistas. Es increible lo que este discurso contiene.
ResponderEliminarRespeto tu opinion pero si escudriñas con un buen espirituo veras las profecias que estan alli
ResponderEliminar¿Qué profecía? ¿Que los indios Americanos se van a volver blancos si se convierten a la iglesia? Eso no solamente es racista, es ignorante, y hasta ahora no ha pasado.
EliminarPerdon por el tono, pero después del largo discurso que di al respecto de comentarios como este que no tienen fundamento, ya estoy perdiendo la paciencia.
Ahora me doy cuenta que mi barrio esta lleno de lamanitas, jajajaja saludos
ResponderEliminarHe leído distintos discursos de varias autoridades de la iglesia de tinte racista que asusta pensar que sean doctrinas sud: que se hagan más blancos y deleitable..una barbaridad. Suena a influencias del kukuxclan.
ResponderEliminarManuel tan impaciente pues hubieras hecho privado el blog o un grupo cerrado. Tu sabes muy bien que no es hacerse blancos lireral sino el recibir brillo, recuerdas el himno de la primaria 'Cristo me manda que brille' cuando haces el bien recibes luz y la luz blanca es una combinación de colores.
ResponderEliminarAnimo campeón.
1. No es grupo cerrado, pero tengo privilegios administrativos y puedo borrar, bloquear, etc. cualquier comentario que me parezca inapropiado. Aunque no estoy seguro a qué te estás refiriendo.
Eliminar2. Tu interpretación es solamente eso: una interpretación. El discurso, y el trabajo del Presidente Kimball demuestra que él creía en un cambio literal en la piel de los indios. Recordá que en el mormonismo la piel oscura es una maldición, literalmente.
Un discurso muy interesante. Qué curioso del Pte. Kimball su apreciación en cuánto al aclarado de la piel. Probablemente intentaba demostrar el cumplimiento de las escrituras como 2 nefi 5:21. Aunque al leer esta escritura da la impresión de que tal cambio de color de piel ha de ocurrir al cabo de algunas generaciones y no de forma inmediata, como lo relata anecdóticamente el Pte.
ResponderEliminarLos profetas tienen opinión y también se equivocan (por qué no mencionarlo? siendo obvio). Ignoro si lo suyo en este caso fue un error o si lo es nuestra interpretación de escrituras como la de 2do nefi pero se agradece el artículo. Información que enriquece sin duda.