Episodio 130: Mintiendo por el Señor
Mintiendo por el Señor: Un Ensayo
Pacto Solemne: Pasaje de la Poligamia Mormona. Apéndice I.
B. Carmon Hardy.
University of Illinois Press Urbana and Chicago, 1992.
La reputación por sobriedad y honestidad es proverbial en el mormonismo moderno. Los sermones Santos de los Últimos Días están cargados con admoniciones concernientes a la importancia de un trato honesto y abierto con nuestros vecinos. Así como John Milton, Heber C. Kimball dijo que la verdad convoca poderes especiales por sí misma. No existe, dijo él, ninguna necesidad de “decir ninguna mentira, o de realizar cualquier falsedad.”(1) La iglesia, como su Deidad, dijo otro líder, debe utilizar un lenguaje claro. Las palabras de Dios fueron “sí y amen, sencillo, indicado, definitivo, sin dos significados de ello.”(2) Aquellos que traficaron con el engaño, le advirtieron a George Q. Cannon, perdieron tanto el espíritu de Dios como la confianza del hombre.(3) “No me importa qué tan sabio pueda ser el hombre, qué tan extensa pueda hacer su oración, o qué tan reverente [sic] pueda parecer,” dijo John Morgan, “si él dice una mentira, es una mentira y usted no la puede cambiar o alterar.”(4)
A principios de 1907 la Primera Presidencia emitió un importante discurso en el cual ellos específicamente negaron el uso de duplicidad en cualquiera de sus asuntos.” Una investigación esclarecedora, dijeron ellos, siempre había sido la meta de la iglesia. De nuevo, en 1910, cuando la cruzada de la revista en contra de la nueva poligamia estaba reviviendo, un editorial en Deseret News decía que los Santos de los Últimos Días no solo habían sido siempre veraces pero que además ellos, de entre toda la gente, estaban más obligados a serlo. Ellos “no pueden decir una cosa y hacer otra.”(5) Aquellos que se apegan al evangelio deben operar “en plena luz,” dijo el Apóstol John A. Widtsoe.” No existe secretismo acerca de la doctrina, objetivo o trabajo [del mormonismo].” La iglesia, dijo él, siempre ha combatido la oscuridad, y en su búsqueda del conocimiento, debería permitir que los pedazos de “el hacha de la verdad” caigan donde debe ser.(6) Un apóstol contemporáneo repitió estos preceptos, declarando que simplemente “no hay justificación para mentir.”(7) Y un miembro de la Primera Presidencia, ampliando sobre el mismo tema, advirtiendo que cuando uno recurre a la falsedad y la mentira, incluso por una noble causa, existe el peligro de que tal práctica se extenderá a otros usos “tal como una enfermedad que es endémica.”(8)
Las declaraciones de este tipo ponen en duda el comportamiento que hemos estado observando en los debates del mormonismo con el mundo acerca de la poligamia. Pareciera como si la iglesia leyera de diferentes libretos. Dependiendo de las circunstancias, las autoridades mormonas parecían cambiar entre registros de valores opuestos. De manera tan dramática que una inconsistencia no puede fallar en provocar la investigación. Claramente implora por la consideración académica.
A pesar de sus declaraciones, el mormonismo siempre ha secuestrado, de una forma u otra, una cantidad sorprendentemente grande de sus rituales y actividades. El grado al cual sus revelaciones estaban conectadas con lo oculto en la América temprana ha sido notado recientemente.(9) Las ceremonias asociadas con la investidura en los templos mormones han sido escondidas y protegidas bajo juramento por largo tiempo. Las reuniones del Consejo de los Cincuenta fueron llevadas a cabo con privacidad estricta.(10) En el siglo diecinueve los hombres han sido castigados por discutir en público lo que ocurría en las reuniones del sacerdocio y, en una etapa temprana, se les dijo que había cosas que era mejor incluso evitarlas con sus esposas.(11) Mucha de la discusión asociada con el restablecimiento de la Escuela de los Profetas a principios de los 1800s era relacionada a la instrucción gradual para los candidatos en diferentes niveles de dignidad. Se involucraron las ceremonias secretas y a los iniciados se les dijo que no revelaran lo que se les había dicho.(12) Las deliberaciones y los relatos de los más altos líderes de la iglesia permanecen inaccesibles al público en la actualidad.
Estos y otros encubrimientos sugieren no solo que existe una equiparación entre lo secreto y lo sagrado sino también una postura psicológica fundamental. Mientras que esto indudablemente actuó, como lo señaló David Brion Davis, para confirmar las peores sospechas de sus enemigos, y también fortaleció el sentido de comunidad mormón.(13) Los secretos de los miembros de la iglesia los aíslan del mundo, sellándolos el uno al otro a través de cosas arcanas, y fortaleciéndolos en su confianza de que ellos eran los amigos especiales de Dios.(14)
Vimos cómo los líderes de la iglesia en la época de José Smith ocultaron el conocimiento de la poligamia no solamente al público en general sino también a muchos de sus seguidores. Parece que siempre ha habido una sensibilidad especial acerca del tema – tal vez por el rumor concerniente a la conducta sexual indebida que aquejó a la iglesia con tal obstinación desde el principio. Un mes antes de ser asesinado, el Profeta José Smith admitió que parecía que había estado casado por un poco más de cinco minutos con su esposa Emma cuando fue acusado de tener esposas plurales. El hablar de la pluralidad de esposas espirituales y el adulterio asedió a la iglesia, él dijo que, un hombre no se atreve a hablar o guiñar el ojo, por miedo a ser acusado de tales cosas.(15) Al mismo tiempo, el hecho de la pluralidad por parte de José Smith y sus asociados y el adornar la verdad en conexión con esto ha sido reportado por casi todos los estudiosos de ese periodo.(16)
La negación absoluta fue solo una de las muchas estrategias empleadas. Las declaraciones de fidelidad a la ley, la desaprobación a aquellos que se casaron demasiado rápido después de la muerte de su primera esposa, y las expresiones de indignación cuando fueron acusados de desviarse de la moralidad tradicional también fueron utilizadas para obstruir una libre visión de lo que estaba pasando.(17) Las declaraciones negando la pluralidad fueron dichas ya sea para permitir más de una interpretación o para evitar el directamente desautorizar la posibilidad de tales matrimonios si eran correctamente autorizados.(18) Palabras como sacerdocio, sellamiento, aconsejar, o demandando prestar atención a la parábola de los talentos la cual tenía significados especiales para los iniciados.(19)
Algunos han explicado que los santos han condenado adecuadamente “la pluralidad de esposas espirituales” “el sistema secreto de esposas” de John C. Bennett. Estos no eran lo mismo, como se ha discutido, que “el matrimonio plural” o “el matrimonio celestial” – lo que los líderes mormones realmente predicaron. También se ha dicho que en las ocasiones en las que José y los demás negaron que “la iglesia” estaba enseñando el matrimonio plural, ellos estaban en lo correcto. La mayoría de su membrecía general no sabía lo que estaba pasando, no había sido hecha una doctrina oficial, y aquellos que la practicaban lo hacían solamente por autorización confidencial.(20)
Tales defensas no solamente ignoran las repetidas negaciones de que ellos se estaban involucrando en la práctica bajo cualquier nombre sino que también existen motivos para creer que el termino esposa espiritual fue, en efecto, empleada por los mormones antes y después de su éxodo hacia Great Basin.(21) Más allá de esto, más tarde en ese siglo, como parte de las escaramuzas entre los mormones de Utah y RLDS, las contradicciones fueron reconocidas y descritas como “muy sabiamente dibujadas” como una de las evidencias de que la pluralidad estaba ciertamente de moda entre aquellos cercanos al profeta.(22) Hay testimonios de que la instrucción fue dada expresamente de cómo encubrirlo.(23) Y uno debe enfrentar el lenguaje tortuoso como el del profeta cuando, no obstante siendo el esposo de muchas mujeres, él exclamó, “Qué cosa es para un hombre el ser acusado de cometer adulterio, y tener siete esposas, cuando yo solo puedo encontrar una.”(24)
Dados los acosos, despojos y los asesinatos tan a menudo entre los santos, existe una razón para las tendencias hacía lo encubierto. Anteriormente hicimos una observación sobre el sentido de inseguridad y el significado formativo de tales cosas generalmente en el mormonismo temprano.(25) Esto indudablemente explica por qué el profeta estableció tal provisión de lealtad y amistad. La instrucción de José para el Quórum de los Doce Apóstoles en 1839, nacido de una experiencia cruel, fue, sobre todo lo demás, “no traiciones a tu Amigo.”(26) En 1841 se realizó una conexión entre el secretismo y la amistad cuando él dijo que la razón por la cual más “secretos del Señor” no fueron revelados era porque muy pocos los podrían conservar. Esto fue seguido, una vez más, por el énfasis en la necesidad a observar y honrar la amistad incluso hasta la muerte.(27) Justus Morse dijo cómo, siendo un Danita en Missouri en 1838, a él y a otros se les dieron instrucciones de ayudarse el uno al otro en la dificultad del mentir, “y de hacerlo con tal positivismo y seguridad que nadie pudiera cuestionar nuestro testimonio.”(28) Las más grandes de las maldades, dijo José Smith en su discurso a los apóstoles en 1839, eran “el pecar contra el Espíritu Santo y demostrar ser un traidor para con los hermanos.”(29) Mosiah Hancock recordó que el profeta habló respecto a este tema en Nauvoo, lamentando que él fue traicionado por alguien que era cercano a él.(30) Dados los peligros y las complejidades sociales involucradas, es fácil entender por qué el disimulo fue utilizado para proteger los acontecimientos polígamos de la iglesia.(31)
Ni el mormón ni el gentil, se decía algunas veces, era capaz de absorber la revelación de la verdad. San Pablo no solamente había indicado que los nuevos conversos deben ser alimentados con una dieta doctrinal modificada, sino que José Smith, en una revelación temprana, se refirió a sus seguidores como “niños pequeños,” incapaces de “soportar todas las cosas ahora.”(32) En otras ocasiones él habló de que no sería conveniente decir todo, de la naturaleza no escrita de algunas de sus revelaciones, y de la gran dificultad que él tenía enseñando cosas contrarias a la tradición.(33) Brigham Young recordó que, en etapas tempranas en Kirtland, el profeta le dijo que si él era abierto acerca de todas las cosas que había recibido del cielo, “ningún hombre o mujer estaría conmigo.” Y Levi Hancock recordó que una vez José le comentó a él que si revelaba todo lo que Dios le había mostrado, sus propios seguidores irían por su vida.(34) La sensación de peligro, si todo fuera hecho público, se extendió como una preocupación para la comunidad mormona entera. “¿Qué se nos hubiera hecho,” preguntó Orson Hyde más tarde, “si ellos hubieran sabido que muchos de nosotros teníamos más de una esposa cuando vivíamos en Illinois? ¡Nos habrían despedazado, indudablemente, peor de lo que lo hicieron!”(35)
Indudablemente los líderes mormones se dieron cuenta de que el engaño implicó una condición onerosa. Esta puede ser la razón por la cual el profeta recomendó a las mujeres de la Sociedad de Socorro el no ser demasiado entusiastas con la maldad y ser caritativas con el acusado. El fue especialmente molestado por historias acerca del adulterio y de tomar esposas espirituales.(36) La incomodidad de sostener una cortina en los ojos de los mormones incitó a José a intentar, en más de una ocasión, un develamiento cuidadoso de la costumbre. Ciertamente esta fue la intención, por ejemplo, con el panfleto de Udney Hay Jacob emitido en 1842.(37) También explica el recordatorio del profeta hacía sus seguidores que parte de su misión involucraba una ruptura de la superstición y una reformación de lo que había sido considerado pecaminoso.(38)
Las actividades polígamas de los líderes, y el engaño considerado necesario para protegerlos, contribuyó directamente a los asesinatos de José y Hyrum Smith.(39) Durante el debate del concejo municipal sobre alegaciones en el Expositor concernientes a sus doctrinas y su comportamiento hacia las mujeres, José se vio en la necesidad de volver sobre sus pasos, declarando que él no había guardado la doctrina en secreto sino que la había enseñado abiertamente.(40) Fue más cercano a la verdad algunos meses después cuando, molesto en contra de la propuesta de que era aún necesario esconder cosas acerca de la iglesia, la viuda del profeta le dijo a William Clayton que “fueron cosas secretas que les habían costado a José y Hyrum sus vidas.”(41)
El disimular no cesó cuando los santos se movieron al oeste. Aunque existía una mayor libertad como en su estadía temprana en Iowa, aún existía una renuencia acerca de su filosofía del matrimonio, y se les ordenó secretismo a quienes participaban en ella.(42) En un debate bien conocido con pastores protestantes en Francia en1850, el Apóstol John Taylor, incluso siendo el esposo de diez esposas, negó que la poligamia era practicada en la iglesia, diciendo que era una cosa “demasiado indignante para permitirla como creencia.”(43) Orson Pratt, llamado para públicamente defender la práctica, torció los hechos corruptos acerca de ella.(44) Y muchos años después Charles W. Penrose admitió que, después de la muerte del profeta, algunas cosas acerca de él fueron borradas de las publicaciones de la iglesia “por razones prudentes.”(45)
Hasta donde la práctica del matrimonio plural en Great Basin es afectada, Brigham Young una vez dijo que, mientras algunos le dijeron al mundo exterior que no existió, él se rehusó a blanquear los hechos. “Yo nunca lo niego,” dijo él. “Yo estoy completamente dispuesto en cuanto a que los… [no-miembros] deberían saber que tengo más de una esposa y ellas son puras delante del Señor y son aprobadas ante su vista.”(46) Al mismo tiempo, con respecto a sus teorías de la divinidad, Young dijo que él retuvo mucho de lo que sabía. Y George A. Smith revivió el tema de una exposición filtrada para aquellos que eran jóvenes en el conocimiento del Evangelio. La mayor parte de cosas sagradas y obligatorias en los santos, dijo otro, correctamente permanecieron sin escribirse.(47) También continuó el énfasis en la importancia de proteger a los amigos. En 1859, probablemente como parte de un esfuerzo para obscurecer la conexión de la iglesia con la masacre de Mountain Meadows, los apóstoles Amasa Lyman y George A. Smith echaron pestes contra los miembros que dudaban y quienes “trataron de traicionar y exponer a sus hermanos ante las manos de sus enemigos.”(48)
En lo referente al cargo de que los Santos de los Últimos Días en Utah recurrieron al engaño cuándo se les preguntaba acerca de sus costumbres de matrimonio, Richard Burton repitió su respuesta, diciendo que ellos solo deseaban negar la imputación de cualquier similitud entre la práctica mormona del “matrimonio patriarcal verdadero” y el “ser una esposa espiritual,” “libremente amoroso,” y “Fanny Wrightism” que era familiar para las personas de fuera.(49) Las aseveraciones de que la generalidad de las personas no estaban preparados para aceptar todas las verdades recibidas por los oráculos de Dios se continuaron haciendo para justificar el secretismo mormón. Y el cambiar las palabras o la atribución de significados calificados para ciertos pasajes del lenguaje fue defendido como el comunicar la verdad de una manera que “aquellos que tenían el espíritu de verdad podrían entender.”(50)
Cuando la campaña nacional en contra de la poligamia mormona se volvió intensa, el uso de no-verdades se propagó rápidamente hacia el cuerpo más grande de la iglesia. En su cuenta de los extremos legislativos y constitucionales para lo cual los legisladores de Idaho sintieron que deberían de ir, John D. Hicks describió esas tácticas mormonas que provocaron la respuesta. Fue declarado, dijo él, que “cuando a los polígamos se les prohibió votar, los mormones rápidamente juraron que no eran polígamos; cuando aquellos que enseñaron la poligamia fueron discriminados, todo el mundo inmediatamente guardó silencio sobre el tema; y cuando a los miembros de organizaciones que apoyaron la poligamia les fue negado el voto, se retiraron… de la Iglesia Mormona.(51) Los niños fueron adiestrados para negar el conocimiento de las relaciones familiares, del paradero de sus padres, e incluso de sus propios apellidos.(52) Una autoridad de la iglesia estaba tan preocupada por la penetrabilidad del engaño intencional que él temió por su efecto en la fibra moral de la sociedad mormona. En una carta para el Presidente John Taylor en 1887, Charles W. Penrose expresó su preocupación de que “las interminables evasivas y tergiversaciones que nuestra condición actual impone… amenaza con hacer a nuestra generación naciente una raza de embusteros.”(53)
Una instancia reveladora proveniente de tales políticas ocurrió cuando las audiciones del comité fueron dirigidas en la propuesta de constitución de Utah en 1887 y acompañada con la petición para su existencia como estado. Franklin S. Richards, un abogado mormón quien aconsejó a la iglesia en los asuntos legales y quien era hijo del Apóstol Franklin D. Richards, trabajó con el delegado territorial John T. Caine para presentar el caso de Utah. En una serie de cartas de la capital de la nación para la Primera Presidencia, Richards explicó que él sintió gran ansiedad acerca de la asignación porque ciertas preguntas, si no eran contestadas cuidadosamente, podrían predisponer a los congresistas en su contra debido a que ya existía la sospecha de que no se debía confiar en los mormones. Él estaba en particular preocupado por averiguaciones en lo que se refiere a que si el matrimonio plural era un mandato obligatorio para los santos. También existía la preocupación concerniente a que si un pacto entre la iglesia y el gobierno podría ser impactado – esto es, hasta qué punto al mormonismo oficial se le podría hacer responsable por el comportamiento polígamo de particulares en Utah.(54)
Con un diseño cuidadoso Richards y Caine pudieron abrirse camino alrededor de estos asuntos. Esto implicó tomar una agresiva, en lugar de defensiva, posición en las audiciones, permitiéndoles evitar preguntas difíciles. Caine también leyó la revelación de 1843 a los congresistas de tal manera y elaboró las respuestas a sus preguntas a fin de dar una impresión modificada de la verdad. Él manifestó que la pluralidad no era un mandato para los santos y que el matrimonio “celestial” y “plural” no eran la misma cosa; y él presentó la idea de un “acuerdo” entre la iglesia y el gobierno a fin de que los líderes más tarde pudieran negar que fueron vinculados por esto. Más allá de esto, Caine negó que hubiera cualquier falsedad en las declaraciones mormonas, llamando a tales cargos “el mero disparate.” Él también dijo que la poligamia era “un asunto muerto” en Utah y que no sería revivido.(55) Richards, al menos, creyó que sus respuestas habían sido guiadas por inspiración y agradeció a la Primera Presidencia por aprobar su conducta.(56)
No todos estaban felices con este enfoque. Hablando en una reunión de la iglesia en Nephi, Utah, el Apóstol John W. Taylor marcó la declaración de Caine sobre la muerte de la poligamia como “d – de mentira.” Si el matrimonio plural estuviera muerto, aseguró él, “toda la religión estuviera muerta.” Más importante aún, Taylor le dedicó la mayor parte de sus comentarios reportados al error de utilizar la falsedad como una defensa. En primer lugar, él dijo, era imposible engañar a la nación en tales cosas. Los santos estaban seguros de que serian descubiertos. Más importante aún, la honradez era también una parte del Evangelio. En lugar de la tergiversación, dijo Taylor, los portavoces mormones deberían decir la verdad y enfrentar las consecuencias. En lugar de doblegarse y engañar, ellos deberían declarar firmemente a la poligamia como esencial para los mormones, permitiendo a los miembros que se conduzcan según sus propias conciencias.(57) El engaño como una parte de la estrategia mormona fue un asunto de una diferencia creciente entre el Apóstol Taylor y otros líderes de la iglesia. En lo referente al momento de la investigación Smoot, su esposa Janet dijo: “John fue considerado como un poco fuera de armonía porque a él no le gustó esta forma de proceder. Él era un hombre franco y no le gustaba decir una cosa en voz alta y otra cosa en susurros.(58)
El desacuerdo de Taylor es significativo, no sólo como un eco de ansiedades ya expresado por Charles W. Penrose sino por su concordancia con uno de los temas principales de este libro: La consecuencia de la pragmática recurrencia a la distorsión, lo opuesto de la declaración pública a el hecho privado, y la aceptación creciente por los mismos miembros de la iglesia de que la poligamia era completamente una cosa del pasado – una creencia amparada por la convicción que sus líderes no mentirían. La objeción de Taylor hacia la declaración de Caine hizo muy poca diferencia, sin embargo, un mes y medio después de su comentario en Nephi, al Presidente George Q. Cannon se le preguntó en una reunión especial de la iglesia cuál de los dos estaba en lo correcto, John T. Caine o el Apóstol Taylor. Cannon respondió que ambos estaban en lo correcto. En un sentido legal, la poligamia estaba muerta. Eclesiásticamente, sin embargo, el principio permaneció vivo. Otra autoridad ilustró el enfoque de la iglesia al decir que él ya no daba recomendaciones para casarse con esposas plurales pero las daba para obtener cuales fueran las bendiciones que El Señor les pudiera otorgar.(59)
Fue apenas inesperado, entonces, que el Manifiesto Woodruff fuera probablemente trazado, y ciertamente interpretado, con motivos ocultos a la vista. El mormonismo continuó apoyando la poligamia después de 1890, y el uso de dispositivos para obscurecerla, fue sólo una perpetuación de estilos por mucho tiempo practicados. Hubo una diferencia, sin embargo, en que después de 1890 los líderes encontraron necesario nos solo excluir a los gentiles sino también a muchos miembros de la iglesia del conocimiento de las recesiones plurales recién autorizadas. Esto regresó a la iglesia a circunstancias análogas para aquellos bajo el Profeta José Smith en Nauvoo. Considerando que todos los mormones, polígamos y no polígamos, podrían adquirir un resentimiento por los ataques en las afirmaciones de la iglesia durante la cruzada, después de 1890 fueron divididos en dos clases propias: aquellos que creyeron las pretensiones de los líderes acerca de abandonar la poligamia y aquellos que consideraron tales declaraciones como una protección para que no se descubriera la verdad. Así como en el período de Nauvoo, aquellos que eran conscientes de estas cosas tuvieron que reconciliarlas como mejor pudieran. Franklin S. Richards una vez le dijo a Carl A. Badger cómo él asignó inconsistencias determinadas por sus líderes. Él apartó tales problemas, dijo él, considerando los buenos y nobles hombres y mujeres en la iglesia, a diferencia de los derechos que él perdería al rechazarlos por sus fallas.(60)
Sin importar lo grande de la tesorería de mérito de su iglesia, algunos mormones todavía se resistieron a la costumbre de engaño. En una carta en 1903 de Wiley Nebeker de Afton, Wyoming, para el Apóstol John Henry Smith, Nebeker dijo que él estaba preocupado por el hecho de que, aunque la iglesia hiciera declaraciones oficiales de que los matrimonios polígamos ya no eran perdonados, él frecuentemente escuchó acerca de hombres y mujeres, algunos de ellos de su propio área, iniciándose en este principio. Los rumores en este sentido fueron tan comunes que ambos miembros y no miembros en Wyoming hablaron acerca de eso. Se dijo incluso, que él le dijo a Smith, que algunos fueron especialmente llamados por apóstoles para continuar con la práctica. Nebeker siguió diciendo que, mientras él aceptó el origen divino del matrimonio plural y creyó que era tan verdadero como el bautismo y el arrepentimiento, él no podría justificar una política doble que decía una cosa mientras hacía otra. “Para que quede claro,” escribió Nebeker, “mientras que estoy completamente convertido a la creencia que este es un principio verdadero, no estoy convertido a la idea de que El Señor justifica engaño y la falsedad.” Seguramente, él aseguró, si Dios quisiera que la costumbre fuese llevada adelante, sería mejor abiertamente admitirlo así, “aunque nos traiga persecución, porque entonces no puede haber reproche – no estaremos bajo la necesidad de disculparnos ante nuestras propias conciencias.”(61)
Debido a que los rumores del tipo de los que Nebeker se refirió se habían extendido tanto, él sugirió que el Apóstol Smith usara su [la de Nebeker] carta como la base para una declaración pública sobre el tema, posiblemente en las columnas del Deseret News. Por lo menos, él pidió una explicación privada en la materia. Smith contestó en un plazo de una semana. A menos que hubiera un intercambio verbal u otra comunicación aún sin descubrir entre los dos, la respuesta del apóstol ilustra la pared de desinformación que los líderes construyeron alrededor de la práctica del matrimonio plural después del Manifiesto. Smith le dijo a Nebeker que no sólo ese permiso de iniciarse en la poligamia ya no estaba disponible para nadie en la iglesia sino que desde el Manifiesto nadie había estado autorizado para emprender un matrimonio polígamo. Puede haber algunos cuantos que se encontraban en matrimonio plural antes del Manifiesto y quienes aún podrían estar viviendo juntos, dijo Smith, pero ese fue el tamaño de eso. La doctrina fue verdadera pero la costumbre estaba prohibida por el aprecio hacia las leyes terrenales.(62) Cualquier cosa que Wiley Nebeker estuviera pensando sobre esta respuesta, es claro que Smith sintió que era mejor ni siquiera mencionar el tema central que había surgido – la deshonestidad. En lugar de eso, proveyendo no más de una repetición incompetente de negaciones de la iglesia, el apóstol lo perpetuó.
La presión sobre esos matrimonios plurales llevados a cabo en los años después del Manifiesto fue extraordinariamente intensa. Katherine C. Thomas, cuyo padre, George Mousley Cannon, se había casado con su madre como una esposa polígama en 1901, dijo que ella y sus hermanos recibieron instrucciones de no preguntarle a sus padres acerca de su relación plural. Cuando era niña ella estaba adiestrada para ocultar a otros la identidad de su padre, y como estudiante de primer grado en Salt Lake City ella estaba obligada a ir a la escuela utilizando un nombre falso.(63) El hijo de Anthony W. Ivins, Heber Grant Ivins, relató sobre su súbita desilusión cuando era un menor en el momento en que una visita de un oficial de la iglesia con una de sus familias plurales en la casa de los Ivins sermoneó a uno de sus niños sobre la necesidad para dar un nombre falso cuando otros le preguntaran quién era ella. Más tarde, después de que él se convirtió en un apóstol y se mudó a Salt Lake City, otro de los niños de Ivins, Florence, describió cómo, después de una reunión con sus compañeros apóstoles y la Primera Presidencia, su padre pareció molesto. Cuando Florence le preguntó a su madre qué pasaba, la Sra. Ivins le confió a ella que durante la reunión el Presidente Smith había dicho que él “mentiría cualquier día para salvar a [su]… hermano.” Ivins – quien, como vimos en el momento de la investigación Smoot, siempre se había opuesto al engaño – fue estremecido. Florence dijo que ella cree que su padre se mantuvo atribulado para el resto de su vida por la declaración del Presidente Smith.(64)
Con el mundo dividido entre los que estaban a favor y los que estaban en contra, las sospechas algunas veces compartieron un carácter situado intramuros, infectando las relaciones entre los mismos miembros del quórum. Al momento de la investigación Smoot, cuando fue tomada una gran cautela para coordinar las respuestas y envolver al Senador Smoot con la apariencia de ignorancia con relación a las actividades polígamas de sus colegas, por razones aún inciertas una de las esposas plurales del Presidente Joseph F. Smith se refirió al Apóstol Charles W. Penrose como “un Judas.(65) La intranquilidad también condujo a algunos líderes a advertirle a sus colegas de no escribir nada de lo que fue dicho y hecho en sus diarios. En referencia específicamente a las publicaciones de George Q. Cannon y Abraham H. Cannon, Joseph F. Smith temía que sus enemigos pudieran tener acceso a ellos y pudieran usar tales materiales en su contra. Por esta razón algunos instaron a que ningún registro privado de lo que era acontecido en sus reuniones fuera conservado por apóstoles individuales.(66)
Los hombres se comprometieron en lo que ellos creen son grandes causas que naturalmente ordenan los datos de sus percepciones para condescender sus más queridas metas. Este no es siempre un proceso consciente. Como Wingfield-Stratford dijo en su debate sobre John Richard Green, un historiador inglés bien conocido y cautivo del mito liberal-whig, él fue un caballero enteramente honorable “quien hubiera muerto antes que mentir deliberadamente.” Pero sus prejuicios eran sentimientos tan profundos que, aunque contradictorio, lo que él encontró y leyó fueron realizados para encajar perfectamente dentro del marco de un plan histórico ya aceptado.(67) En los inicios de 1890, cuando los líderes mormones estaban tratando de organizar a los miembros de la iglesia a lo largo de líneas del partido tradicional, una vez ellos instruyeron a sus seguidores de que el compromiso político era menos importante que la apariencia de división misma. Cuando se le preguntó si tal enfoque no era fingido, George Q. Cannon dijo que la sinceridad era irrelevante en el caso actual. Sin tal división, dijo él, era probable más legislación poco amistosa. Y la seguridad en contra de esto, él apremió, era de mayor prioridad.(68) Por muy falsos que pudieran haber parecido ante una persona de fuera, es poco probable que los líderes mormones sintieran cualquier cosa excepto la consistencia justa en sus adaptaciones defensivas para una causa tan alta como el matrimonio plural.
Matthias F. Cowley provee otra ilustración de qué tan maleables, ante las circunstancias amenazantes, pueden ser los valores tradicionales. Al momento de su audición antes del Quórum de los Doce Apóstoles en 1911, al describir cómo se habían realizado matrimonios plurales después del Manifiesto cuándo fue autorizado por George Q. Cannon y otros más, él relató el castigo que una vez recibió por consultar demasiado ampliamente en ciertos casos. Él también habló de la práctica de matrimonios plurales con fecha anterior a después de 1890 a fin de hacerlos parecer que ocurrieron antes del Manifiesto. “Yo menciono estas cosas, dijo él, solo para mostrar el entrenamiento que he recibido de los que están por encima de mí.” Él podría haber continuado diciendo que estaban echando mano de las enseñanzas de otros antes de ellos.(69) Pero Cowley no se vio a sí mismo como un hombre deshonesto. En algo que de otra manera parecería un falso razonamiento, él le dijo al quórum: “No soy un deshonesto ni un mentiroso y siempre he sido veraz con el trabajo y con los hermanos… a nosotros siempre nos ha sido enseñado que cuando los hermanos estén en un una situación difícil no estaría fuera de lugar mentir para ayudarlos. Entonces, en palabras notablemente similares a las que afligieron a Anthony W. Ivins (y a aquellas recordadas en una ocasión anterior por Justus Morse), Cowley dijo que él había escuchado a un miembro de la Primera Presidencia decir que “él mentiría como el infierno para ayudar a los hermanos.(70)
Además de un compromiso con la amistad, y la capacidad que la intensidad religiosa tiene para nublar límites morales, las declaraciones de Cowley llaman nuestra atención hacia otra característica del sistema de creencia mormón. Las autoridades de la iglesia desde el tiempo del Profeta José Smith pusieron gran énfasis en la necesidad de “seguir a los hermanos.” Porque los hombres y las mujeres pensaban que no siempre eran capaces de ver tan lejos y claramente como sus líderes, a los miembros de la iglesia les fue dicho que, cuando se enfrentaran con la duda o diferencia, ellos deberían subordinar su juicio con el del sacerdocio superior. Como Brooks Adams explicó al debatir anteriormente en New England, el poder del ministerio yace en la creencia de los feligreses en que las autoridades religiosas poseen una visión que no está disponible para el común de la gente. Cuando esta creencia actúa en combinación con la sospecha de que el estar en desacuerdo con los puntos de vista de los ministros tenía una posibilidad más alta del promedio de ser la obra del diablo, las autoridades clericales encontraron enormes fuerzas en sus manos.(71)
Estas suposiciones hicieron posible a los líderes mormones afirmar que los sirvientes de El Señor deben correctamente “dictar” no solo “en lo más grande y en lo que podría pensarse que son los asuntos más triviales” sino para también imponer juicio. A los hombres que rechazaban el llamamiento de ir a misiones de la iglesia, por ejemplo, una vez se les dijo que deberían esperar perder el derecho a sus esposas por la insubordinación.(72) El gobernador territorial de Utah, Arthur L. Thomas, habló de esta mera condición. Él dijo que no tenía nada que ver con el carácter ético de los santos; sino por la creencia mormona en la inspiración de sus líderes, si les hubiera “dicho que firmaran una declaración [de que] ellos eran mahometanos y que el sacerdocio entendía este asunto y que era para el progreso de la causa y la gloria de Dios, probablemente lo harían.”(73)
El precepto de los Santos de los Últimos Días, con su textura enriquecedora y contradictoria, ocasionalmente instó a los hombres y mujeres a estar en desacuerdo con el liderazgo de la iglesia si creyeran que era moralmente incorrecto.(74) Más frecuentemente recibieron instrucciones de no criticar a sus líderes, no discutir su juicio abiertamente, y, como Brigham Young una vez lo puso, para recordar que “las ovejas deben seguir al pastor, no el pastor seguir a las ovejas.(75) El Profeta José Smith proveyó un ejemplo cuándo, después de haberse rehusado, él trató de persuadir a Nancy Rigdon a convertirse en su esposa plural: “Lo cual está equivocado bajo una circunstancia, puede ser, y a menudo lo es, correcto bajo otra… Cualquier cosa que Dios requiera es correcta, no importa lo que sea, aunque no podamos ver la razón de ello hasta mucho después de que los acontecimientos ocurren… Pero en la obediencia hay alegría y paz sin mancha.”(76) Esta característica de sociedad mormona fue, y continúa siendo, a menudo discutida y criticada.(77) Al mismo tiempo, ha sido una razón importante para el éxito comunal de los Santos de los Últimos Días. Le dieron peso a la supervivencia de la poligamia cuando este principio era asediado. Como un mormón explicó dando cuenta de la práctica franca de la doctrina por parte de su padre polígamo: “Tú no cuestionas las cosas. Si la iglesia lo dice, tú no dices sí o no, tú prosigues.(78) La adherencia que es voluntariamente ciega necesariamente relega verdad a un orden inferior de prioridad.
A estas explicaciones debe ser añadida otra. En las mentes de algunos, su circunstancia era enteramente involuntaria. Los santos habían sido traídos a una condición en la cual deberían ser verdaderos ya sea para su religión, con sus requisitos, o para su país, con, en su visión, sus leyes inicuas. Este dilema no deseado es lo que les dio un discurso y modales fracturados. La justificación ansiosa fue lo que claramente incitó al Presidente John Taylor para declarar en 1880: “¿Hemos hecho alguna cosa en secreto? No hasta que fuimos forzados.”(79) Richard W. Young, un presidente de estaca y abogado prominente de Salt Lake City, luchó con el mismo asunto delante del comité de la investigación Smoot al contarlas como falsas negaciones en los inicios de iglesia. Aunque estaba incómodo con tales cosas, Young las explicó como el resultado de “la exigencia” y “las circunstancias.”(80)
Los hombres que aún estaban viviendo con esposas plurales, en contra de la ley y después de que en el Manifiesto se interpretó como prohibidas, eran, dijo otro clérigo, como uno teniendo que sacar a su buey del fango en el sabbat.(81) Henry S. Tanner lo explicó mejor. Las promesas hechas por los mormones hacia el gobierno, dijo él, fueron extraídas por la fuerza. Fue como un hombre sujetado por un enemigo poderoso y siendo forzado a decir cosas ordinariamente repugnantes como la única forma de obtener su libertad. Bajo tales circunstancias, indicó Tanner, las palabras no tenían poder vinculante. Consecuentemente, los mormones fueron tan libres como si no hubieran hecho ninguna promesa.(82) Al interpretar las leyes antimormonas como un artificio satánico en el cual los santos se habían vuelto involuntariamente atrapados, aquellos que continuaron casándose y viviendo polígamamente se vieron forzados a mentir como la única manera de escapar.
El profeta del Libro de Mormón, Nefi, una vez recibió órdenes de tomar la vida de otro para que los propósitos de Dios pudieran ser cumplidos.(83) Con Su ayuda los Santos podrían aventajar al enemigo otra vez. Las contorsiones verbales podrían ser inspiradas. Los líderes de la iglesia de verdad creían que Dios algunas veces los guiaría por diferentes caminos cuando las cosas importantes estaban en peligro. Cuando Heber J. Grant asombró al Juez John W. Judd diciéndole que él no pretendía observar las leyes prohibiendo la cohabitación polígama, Judd le cuestionó acerca de la promesa firmada por Grant de que, si se le daba amnistía, él mantendría tales leyes. Fue reportado que el apóstol contestó “que eso no hacía ninguna diferencia, [porque] cada hombre que firmó tuvo que hacer su elección de firmar por la fuerza.”(84) Esto era muy cercano a la idea del Apóstol John Henry Smith en su comentario de que el Manifiesto Woodruff no era sino “un truco para ganarle al Diablo en su propio juego.”(85) Así como el Shia del Islam, los mormones creían que el fingir por la causa en realidad no estaba mal. Debido a que ellos fueron forzados, al mentir con reserva mental los fieles estaban aún al servicio del Señor.(86)
La historia es generosa con ejemplos de individuos respondiendo en formas similares cuándo son atrapados en circunstancias como las que enfrentaban los santos. No sólo hubo instancias en las escrituras, como Abraham, quien tuvo tales recursos cuando fue forzado, sino que en cada guerra ha habido casos cuando el mentir fue interpretado como un acto de patriotismo.(87) ¿Y qué se puede decir acerca del engaño alrededor de lo obvio de cosas como los impuestos británicos en la época colonial o las evasivas leyes esclavistas? Heber Bennion, recordando al Presidente Heber J. Grant como recordatorio de la falsa negación de la práctica mormona en el pasado, recordó que, dependiendo de las circunstancia, podría ser realmente aceptable. Si tal comportamiento iba a ser categóricamente condenado, ¿qué hay de las incontables mentiras que se les dijeron a los niños en interés del mito benigno? ¿Qué se iba a hacer con la mentira de Jacob para obtener la bendición de Esaú? Y, él preguntó, ¿qué hay de las falsas afirmaciones intencionalmente dichas por el Presidente Joseph F. Smith delante del comité de investigación Smoot?(88) Estas mismas consideraciones condujeron al hijo de Anthony W. Ivins, Grant, a alegar un atenuante en la representación de la iglesia.(89) Dado la alta prioridad atribuida a la práctica de la poligamia, uno puede comprender los extremos a los cuales la determinación mormona fue llevada para preservarla.
Estas discusiones ya han sido tratadas anteriormente, sin embargo, en el siglo diecinueve Thomas B. H. Stenhouse apuntó que los mormones no sólo deberían admitir una mayor responsabilidad de sus dilemas de lo que ellos se inclinaban por hacer sino que, dijo Stenhouse, “si una vez se admite como justificable, ¿con qué frecuencia y para qué otros fines podrían [tales recursos]… no ser usados?”(90) Esto fue un recordatorio convincente y que a menudo era comentado. La esencia de la advertencia de Montaigne era que la declaración falsa intencionada usualmente conduce a la corrupción en otras cosas.(91) Y Thomas Hutchinson, en vísperas de la Revolución Americana, advirtió que la mentira podría ser disculpada en pro de la inmoralidad tan fácilmente como en un principio. En todo caso, dijo él, que era “un truco vil en el mejor de los casos.”(92)
Fue lo suficientemente confuso para algunos jóvenes mormones que los más dignos en sus comunidades furtivamente se involucraran en la poligamia, sabiendo que esto estaba en contra de la ley.(93) Pero el suscribirse a una política de engaño abierto argumentando a su favor un servicio para un fin más alto agravó la maldad. A esto se refería Carl A. Badger cuando, afligido por la vergüenza sobre declaraciones de sus líderes durante la investigación Smoot, él lamentó eso, si tan solo la iglesia hubiera permanecido leal a las promesas que habían hecho y al Manifiesto, todo el mundo habría admirado su integridad. Como Badger describió, no obstante, los líderes de la iglesia habían decidido que había cosas más importantes que la honradez. El resultado, dijo él, fue la confusión moral.(94) Uno se pregunta si lo mismo estaría en la mente de George D. Kirby en 1910 cuando, al escribir en Improvement Era sobre los argumentos de que los mormones eran mentirosos, preguntó si, después de todo, podría haber “verdad en los cargos.”(95) De nuevo esto recuerda uno de los miedos expresados por Charles W. Penrose y John W. Taylor.
Más fundamentalmente, lo que le trajo estas pruebas a la iglesia fue la decisión para proyectar sólo la apariencia de compromiso. Como dijo el Senador Joseph Bailey al interrogar a Joseph F. Smith en 1904, dada la supuesta gravedad de su anexo hacia la doctrina, él habría pensado que, como cristianos, los mormones habrían ido “a la hoguera” antes de compaginar con la pluralidad.(96) Una vez tomada una política de falsedad, entonces, necesariamente le siguieron el razonamiento engañoso, el secretismo y la contradicción moral. Y esto, con mucha certeza, invitó a los cargos de comportamiento hipócrita. Después del cambio de siglo, los de fuera más de una vez observaron que los líderes mormones consistentemente respaldaron políticas honestas – siempre y cuando sus propios asuntos no fueran involucrados. Como se reportó que un residente gentil lo expresó, “Cuando cualquiera de nosotros pecamos… pecamos para nuestros propios beneficios.” Pero cuando un santo cruzó la línea, fue todo “por el amor de Cristo.”(97)
En 1897 alguien haciéndose pasar por un miembro de la iglesia, llamándose a sí mismo “Juab, un Personal Alto en Israel,” escribió una respuesta sarcástica hacia los comentarios acerca de la continuación de la poligamia y el engaño mormón que fueron realizados en una reunión de ministros metodistas. “Juab” le echó la culpa a los pastores por su falta de guía divina. De otra manera, dijo él, ellos fácilmente podrían interpretar el Manifiesto y otros casos de “la fraseología inspirada” de los mormones. Todo lo que los mormones dijeron y prometieron acerca de la poligamia había sido devotamente y reflexivamente escrito. Si encontraron tales documentos confusos o contradictorios, es porque a los ministros simplemente les faltó un espíritu de discernimiento.(98) Eran los santos, por supuesto, de quien “Juab” se burlaba. En 1898 Theodore Schroeder publicó una serie de molestos artículos llamados “La Poligamia y las Mentiras Inspiradas.” En estos episodios él se refirió evento por evento, desde el tiempo de José Smith el Profeta hasta los días de Schroeder, ilustrando el uso de la mentira por parte de la iglesia como una forma de esconder la poligamia. Al fin él hizo la pregunta históricamente planteada por otros: “¿Cómo podríamos saber que las razones que les llevaron a engañar una vez, no puedan estar induciéndoles a engañar de nuevo?(99)
Mucho de ferocidad del Salt Lake Tribune en estos años estaba alimentado por la repugnancia de que los líderes mormones, mientras reclamaban que su iglesia era el vaso especial de verdad del Señor, tan frecuentemente la corrompieran. En 1899 el Tribune sarcásticamente reportó los comentarios de un obispo local en el sentido de que podría ser necesario distorsionar los hechos para lograr que Brigham H. Roberts fuera electo para el Congreso. Esto fue justificado no sólo porque la verdad completa podría ser dicha más tarde sino porque la mano del Señor estaba “en todo ello.”(100) Mientras que los argumentos del escrito fueron algunas veces extremos, era difícil refutar su insistencia que era casi “imposible para un para elder mormón ser un nuevo polígamo sin al mismo tiempo ser un mentiroso.”(101) Sensibles hacia tales declaraciones, los líderes respondieron con negativa, afirmando su honradez una y otra vez.(102)
Es impresionante la capacidad inventiva de los mormones con la intención de introducir la poligamia por algunos recursos que preservarían una medida de redención ética. Además de los usos semánticos como la unión y el sellamiento, así como permitir la negación del matrimonio plural, también se han hecho referencias a instancias que involucran el casarse con dos esposas el mismo día; la confianza en el hecho de que las mujeres estuvieron siempre selladas a los hombres, el permitir a sus esposos que negaran que se habían casado polígamamente; el uso de representantes; el casarse legalmente con una nueva esposa, después de la muerte de una anterior esposa legal, mientras se mantenían relaciones con plurales anteriores; la realización de ceremonias en el océano o en países extranjeros; y el recurso del concubinato.(103) La variedad de tretas utilizadas nunca serán completamente enumeradas. Guy C. Wilson, Jr., recordó el caso de una pareja mormona intentando un matrimonio polígamo; cuando el magistrado les preguntó si alguno había estado casado antes, el novio contestó “sí.” “Pero,” agregó él, “ella está en el cementerio.” Su primera esposa ciertamente estaba en el cementerio local, de pie y muy viva.(104)
Por última, el uso de la mentira como un dispositivo para ayudar a la supervivencia de la pluralidad proveyó una guardería para aquellos que hoy continúan en la poligamia. El fundamentalismo mormón es por lo menos parcialmente una consecuencia de tales tácticas. Los polígamos contemporáneos ponen gran confianza en la revelación del Presidente John Taylor de 1886, dada cuándo él se estaba escondiendo de los alguaciles de Estados Unidos. En la revelación a aquellos que deseaban recibir la gloria más alta en la otra vida se les exhortó a continuar viviendo el principio a pesar de las presiones traídas a ellos para darle fin.(105) Posteriormente, a ciertos individuos se les dijo que habían sido especialmente comisionados para mantener vivo el matrimonio plural hasta el milenio.(106) Muchos de los que hoy practican el matrimonio plural rastrean su autoridad hacia esta supuesta comisión. En la medida en que el Presidente Taylor estuviera viviendo “en la clandestinidad” en el momento en que estos acontecimientos supuestamente ocurrieron, y porque la supuesta comisión fue dada a la expectación de que la oposición continuaría, el movimiento tomó una resistencia para la divulgación desde sus inicios.
Refiriéndose a la historia mormona como precedente, los fundamentalistas defienden la conveniencia del secretismo y falsa negación al tratarse de las cosas de Dios, especialmente del matrimonio plural. El uso de códigos y claves al estar amenazado por leyes hostiles es aprobado. La prioridad de los convenios y las amistades es afirmada. Y cuando se encuentran en circunstancias difíciles, ellos han roto los compromisos con las autoridades civiles para asegurar la libertad para ellos mismos y sus familias.(107) Dorothy Allred Solomon, al recordar su educación en una prominente casa fundamentalista, resumió la atmósfera diciendo, “Aunque fuimos criados para atesorar verdad y ‘aferrarnos a la luz,’ nuestro estilo de vida estaba lleno de secretos.” El recurso de la distorsión, lo cual fue llamado “lógica mormona,” descansó incómodamente en cada aspecto de su existencia. Ella recordó que esto era justificado por su padre, un líder fundamentalista, con el aforismo “Algunas veces debemos desobedecer una ley inferior para guardar una más alta.(108)
Un aspecto importante de los apologistas fundamentalistas es la controversia de que el matrimonio plural nunca fue condenado por el sacerdocio mormón. Una lectura cuidadosa de las negaciones y las declaraciones sobre suspender la práctica, se dice, revela que fueron realizados solo en el nombre de la iglesia. La diferencia entre lo que el sacerdocio y la iglesia le permitieron a los hombres, dicen ellos, para verdaderamente reclamar a la iglesia, como una organización, es que se había descontinuado el matrimonio plural y se excomulgaría a cualquiera que fuera encontrado desobedeciendo sus reglas. Los individuos poseedores del sacerdocio, por otra parte, aún podrían tomar a las nuevas esposas actuando sobre su propia responsabilidad.(109) En otras palabras, la iglesia podría haber abandonado la poligamia, haber publicado el Manifiesto, y colocado a los transgresores en peligro de perder su membrecía, pero el sacerdocio se mantuvo firme con este principio.
Como se sugirió anteriormente, a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte algunos mormones pensaron que la iglesia podría encontrar en su estatus como organización enteramente privada la suficiente barrera como para proteger la práctica.(110) Ya que actuaba como la voz oficial de mormonismo, sin embargo, la iglesia fue atrapada con demasiada facilidad en la cúspide de lo formal, yuxtaponiendo los roles. Una solución preferida se encontró en separar a la iglesia, qua iglesia, de los individuos poseedores del sacerdocio, y por consiguiente una participación doble por aquellos que lideraron y hablaron por la organización. Tal construcción satisfizo la necesidad bastante bien, permitiendo a los líderes de la iglesia actuar algunas veces como portavoces corporativos y en algunas otras como individuos poseedores del sacerdocio, alternando a los personajes conforme la circunstancia lo requería.
El precedente para tal división podría ser encontrado por lo menos desde el tiempo del Presidente John Taylor.(111) Cerca del cambio de siglo, circularon rumores entre algunos presidentes de estaca de que los matrimonios plurales aún podrían ser posibles si se realizaban “por el sacerdocio” fuera del país.(112) Al momento de las audiciones Smoot, Carl A. Badger registró que él escuchó que la iglesia no estaba involucrada con la poligamia. El Presidente Smith, no obstante, como una autoridad del sacerdocio responsable ante Dios, podía realizar ceremonias plurales.(113) Y el Apóstol John Taylor en 1911 afirmó que, como él lo vio, desde el tiempo de la revelación de su padre en 1886 y ciertamente desde el Manifiesto y los 1890s, el Señor había “puesto a todos bajo su propia responsabilidad” y había quitado “la responsabilidad de la iglesia.”(114) Esto fue lo que llevó a un hijo del Apóstol Taylor, Samuel W. Taylor, a describir la estratagema como una conspiración, un “gran secreto.”(115) Hasta el tiempo del Presidente Heber J. Grant, el argumento continua, tal distinción proveyó una tapadera utilizable. Con la sucesión de Grant en la presidencia de la iglesia, consideran los fundamentalistas, este cambio de vestido terminó y el mormonismo oficial, impaciente con el ejercicio, se convirtió en una sociedad enteramente monógama.(116)
El fundamentalismo, como un fenómeno, está lejos de lo peculiar para el mormonismo. Comúnmente ocurre cuando las instituciones se alejan de los anteriores patrones de creencia. Los eruditos que estudian el tema sugieren que, más que un intento para restaurar, el fundamentalismo siempre tiene las dependencias dinámicas en el presente y que su complejidad es tal que los límites y los modelos utilizados para explicarlo a ella son necesariamente heurísticos.(117) El fundamentalismo mormón – compartiendo una ansiedad con movimientos similares acerca de cosas como la pureza y el poder vinculante de un texto ancestral, temerosamente explorando los significados de adaptación cultural, y hambriento de más experiencia auténtica y espiritual dentro de las divisiones tradicionales – muestra como su característica más visible una preocupación notable con la poligamia. Al igual que con la iglesia de siglo diecinueve, es la afirmación más claramente visible de una mayoría de grupos mormones no conformes.
Hasta el grado que son genuinamente artefactuales, estos disidentes proveen una afirmación para uno de los temas centrales del libro – la preciada estimación desarrollada por la vieja iglesia hacia el matrimonio en la poligamia. Y esta alta prioridad, estando amenazada por un ambiente poco amistoso, explica el recurso de escudarse, las comunicaciones cifradas, el secretismo y la negación engañosa. Debido a que la iglesia alguna vez aprobó estas flexiones, las caras y voces alternantes en una ilusión intencionada, aseguraron el seguimiento actual de actores fundamentalistas que creen la obra ni está ni debería ser finalizada.
NOTAS
1. JD 8:241 (Heber C. Kimball/1860).
2. JD 23:163 (Orson Pratt/1883).
3. JD 24:225 (George Q. Cannon/1880).
4. JD 20:286 (John Morgan/1880).
5. For the 1907 “Address,” dated 26 March 1907, and its denials of Mormon deceit, see Messages 4:145-46. The Deseret News editorial is found in DN, 19 March 1910.
6. John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations.. Aids to Faith in a Modern Day (1943; Salt Lake City: Bookcraft, n.d.), 62, 208, 213 passim.
7. Dallin H. Oaks, “Criticism,” Ensign 17 (Feb. 1987): 69.
8. Gordon B. Hinckley, “We Believe in Being Honest,” Ensign 20 (Oct. 1990): 5.
9. D. Michael Quinn, Early Mormonism and the Magic World View (Salt Lake City: Signature Books, 1987).
10. Klaus J. Hansen, Quest for Empire: The Political Kingdom of God and the Council of Fifty in Mormon History (East Lansing: Michigan State University Press, 1967), 56-65 passim.
11. JH, 7 April 1897; Brigham Young and Willard Richar d s to Reuben Hedlock, 3 May 1844, HC 6:352-53; and Helen Mar Kimball’s comments in Orson F. Whitney, The Mormon Prophet’s Tragedy (Salt Lake City: Deseret News, 1905), 37.
12. Merle H. Graffam, ed., Salt Lake School of the Prophets Minute Book, 1883 (Palm Desert, Calif.: ULC Press, 1981), 6, 8, 9, 13, 15, 16, 17, 52, 55, 57-60, 66.
13. David Brion Davis,“Some Themes of Counter-Subversion: An Analysis of Anti-Masonic, Anti-Catholic, and Anti-Mormon Literature,” Mississippi Valley Historical Review 47 (Sept. 1960): 211-14.
14. See the commentary in this regard by R. Laurence Moore, Religious Outsiders and the Making of Americans (New York: Oxford University Press, 1986), 37-38.
15. Joseph Smith, in HC 6:410-11; and John Jaques, “Polygamy…,” Mill. Star 15 (12 March 1853): 164.
16. See the citations for these many denials gathered by David J. Whittaker, “Early Mormon Pamphleteering” (Ph.D. diss., BYU, 1982), 368-69n.3. Also see HC 5:286; Robert Bruce Flanders, Nauvoo: Kingdom on the Mississippi (Urbana: University of Illinois Press, 1965), 268-77; Bachman, “A Study,” 189-96; Samuel W. Taylor, The Kingdom or Nothing: The Life of John Taylor, MilitantMormon (New York: Macmillan, 1976), 85; Linda King Newell and Valeen Tippets Avery, Mormon Enigma: Emma Hale Smith, Prophet’s Wife, “Elect Lady,” Polygamy’s Foe, 1804-1879 (Garden City, N.Y.: Doubleday, 1984), 128-29; and Richard S. Van Wagoner, Mormon Polygamy: A History (Salt Lake City: Signature Books, 1986), 27-35 passim.
17. Elder’s Journal 1 (8 May 1838): 43;HC 2:214, 4:585-86; “From the Boston (Mass.) Bee,” Times and Seasons, 4 (15 March 1843): 143.
18. HC 4:582-83, 6:46.
19. William Clayton’s Nauvoo Journal, 7 March, 27 April, 26 May, 16 Aug. 1843, typewritten copy in private possession; testimony of Jason Briggs, given in the Temple Lot case and reprinted in Joseph F. Smith, Jr., Blood Atonement and the Origin of Plural Marriage: A Discussion (Salt Lake City: Deseret News, 1905), 54; Benjamin Franklin Johnson, My Life’s Review (Independence, Mo.: Zion’s Printing and Publishing, 1947), 95-96.
20. James B. Allen and Glen M. Leonard, The Story of the Latter-day Saints (Salt Lake City: Deseret Book, 1976), 171.
21. For examples of those contending that the leaders’ denials were in order when semantically understood, see “Be Not Led Astray by Deceivers,” DN, 13 Dec. 1879; Joseph F. Smith, “Joseph Smith and Celestial Marriage,” DN, 20 May 1886; Wilford Woodruff’s testimony in The Reorganized Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, Complainant vs. The Church of Christ at Independence, Missouri…Complainant’s Abstract…(Lamoni, Iowa: Herald Publishing House and Bindery, 1893), 303; and Paul E. Reimann, Plural Marriage Limited (Salt Lake City: Utah Printing, 1974), 93 passim. The employment of double entendre in connection with the practice of polygamy in the early church has long been noticed Thomas B. H. Sten-house, The Rocky Mountain Saints…(New York: D. Appleton, 1873), 194; JoAnn Barnett Shipps, “The Mormons in Politics: The First Hundred Years,” (Ph.D. diss., University of Colorado, 1965), 99; Samuel W. and Raymond W. Taylor, eds., The John Taylor Papers: Records of the Last Utah Pioneer, Vol. 1 (Redwood City, Calif: Taylor Trust Publisher, 1984): 58-59. For use of the term “spiritual wife” in Nauvoo and later, see the quotation from Ebenezer Robinson in Lawrence Foster, Religion and Sexuality:Three American Communal Experiments of the Nineteenth Century (New York: Oxford University Press, 1981), 177; Helen Mar Whitney, Plural Marriage as Taught by the Prophet Joseph…(Salt Lake City: Juvenile Instructor Office, 1882), 15; and Mrs. Benjamin G. Ferris, Mormons at Home…(New York: Dix & Edwards; London: Sampson, Low & Son, 1856), 114.
22. John Henry Smith to Joseph Smith III, 21 April 1886, P22, fd. 331; and Joseph F. Smith to Joseph Smith III, 3 May 1889, P22, fd. 47, both in RLDS Library and Archives.
23. Ebenezer and Angeline E. Robinson affidavit, 29 Dec. 1873, copy, P31, fd. 7, RLDS Library and Archives.
24. Joseph Smith, in HC 6:411.
25. See above in chap. 1, 4.
26. Joseph Smith, in Wilford Woodruff’s Journal 1833-1898, ed. Scott Kenney, 9 vols. (Midvale, Utah: Signature Books, 1983-85), 1:344, 2 July 1839.
27. Joseph Smith, in HC 4:478-79.
28. Justus Morse affidavit, 23 March 1887, contained and discussed in John E. Thompson, “The Justus Morse Affidavit: An Examination of Its Historicity and Significance,” and Michael S. Riggs, “Because of My Oath as a Danite’: A Biographical and Sociological Sketch of Justus Morse” (Papers presented before the Mormon History Association, 1 June 1991, Claremont, Calif.). A copy of Morse’s affidavit was also printed in Charles A. Shook, The True Origin of Mormon Polygamy (Cincinnati: Standard Publishing, 1914), 167-71.
29. Joseph Smith, in HC 3:385; Autobiography of Mosiah Lyman Hancock, typewritten copy, p. 18, BYU Library.
30. Mosiah Hancock, “The Prophet Joseph—Some of His Sayings,” DN. 21 Feb. 1884.
31. For examples of dissimulation to protect the Prophet Joseph Smith in his polygamous relationships, see Bachman, “A Study,” 194; and Richard S. Van Wagoner, “Sarah M. Pratt: The Shaping of an Apostate,” Dialogue 19 (Summer 1986): 82, 97.
32. Saint Paul, in I Corinthians 3:2; Joseph Smith, in D&C 50:40 (1831).
33. Joseph Smith, in HC 1:220n, 2:477; Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 2:342-43, 21 Jan. 1844; the reminiscences of Brigham Young, in JD 9:294, 18:242 (1852, 1874); and John Taylor in JD 6:165 (1858).
34. Levi Hancock, in Mosiah Hancock, “The Prophet Joseph—Some of His Sayings.” Brigham Young’s statement is in JD 9:294 (1862).
35. Orson Hyde, in JD 2:83 (1854). Also see Erastus Snow in JD 23:295-96 (1883); and the comments of Leonard Arrington and Davis Bitton, The Mormon Experience: A History of the Latter-day Saints (New York: Alfred A. Knopf, 1979), 197.
36. Joseph Smith, in HC 4:570, 5:19-21, 140, 285-86, 6:58, 410.
37. Udney Hay Jacob, An Extract from a Manuscript Entitled “The Peacemaker”; or, The Doctrines of the Millennium…(Nauvoo: J. Smith, Printer, 1842). For analysis of the document, see Lawrence Foster, “A Little-Known Defense of Polygamy from the Mormon Press in 1842,” Dialogue 9 (Winter 1974): 21-34.
38. Joseph Smith, in HC 4:445, 5:140, 181. And see the reference in a poem by Eliza R. Snow, one of Smith’s plural wives, to the “corroding wrongs” of “tradition’s haughty mood.” Maureen Ursenbach Beecher, ed., “Eliza R. Snow’s Nauvoo Journal,” BYU Studies 15 (Summer 1975): 400.
39. On the role played by Joseph’s sexual and marital ideas in precipitating the collapse of church rule in Nauvoo, see above, in chap. 1, 8-12. Also see affidavits and commentary connecting polygamy with lying in Shook, True Origin of Mormon Polygamy, 124-29 passim.
40. Joseph Smith, in HC 6:442.
41. Emma Smith, in William Clayton’s Nauvoo Journal, 15 Aug. 1844; and the allegations of secrecy mentioned at the trial of Sidney Rigdon in Times and Seasons 5 (1 Oct. 1844): 664.
42. Richard E. Bennett, Mormons at the Missouri, 1846-1852: “And Should We Die…” (Norman: University of Oklahoma Press, 1987), 186-90, 195-98.
43. John Taylor, in Public Discussion between Revds. C. W. Cleeve, James Robertson, and Philip Cater and Elder John Taylor, of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, at Boulogne-sur-Mer, France…(Liverpool: John Taylor, 1850), 8. Also see the account by his grandson, Samuel W. Taylor, The Kingdom or Nothing, 151.
44. See, e.g., Orson Pratt’s concealment of Mormon revelation on polygamy prior to 1843, in Seer 1 (Feb. 1853): 30.
45. Charles William Penrose Diaries, 10 Jan. 1897, Charles William Penrose Collection, UHi.
46. Brigham Young, as quoted in Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 4:12, 4 Feb. 1851.
47. “Adam, Our Father and God,” Mill. Star 15 (26 Nov. 1853): 770; Brigham Young at the trial of Sidney Rigdon, Times and Seasons 5 (1 Oct. 1844): 667; JD 8:58, 208 (Brigham Young/1860); JD 10:59 (George A. Smith/1862); A. Miner, “How to Obtain the Blessings,” Mill. Star 29 (27 April 1867): 257-59.
48. Charles Kelly, ed., Journals of John D. Lee, 1846-47 and 1859 (Salt Lake City: University of Utah Press, 1984), 227, 23 July 1859.
49. Richard Burton, The City of the Saints and across the Rocky Mountains to California, ed. Fawn Brodie (1861; New York: Alfred A. Knopf, 1963), 454.
50. JD 2:216-17 (George A. Smith/1855); JD 6:165 (John Taylor/1858); Jaques, “Polygamy…,” 161-65.
51. John D. Hicks, “The Constitutions of the Northwest States,” University Studies Published by the University of Nebraska 23 (Jan.-April 1923): 138-39.
52. See above, 50, 371.
53. Charles W. Penrose to President John Taylor, 16 Feb. 1887, John Taylor Letter File, type written transcriptions by Raymond Taylor, University of Utah Library, Salt Lake City.
54. These issues are discussed in a series of letters written by Richards to the church’s First Presidency during the late winter and early spring of 1888. Franklin S. Richards to presidents Wilford Woodruff and George Q. Cannon, 28 Feb. 1888, to George Q. Cannon, 20 March 1888, to presidents Wilford Woodruff and George Q. Cannon, 22 March 1888, and to Brother Mack [Joseph F. Smith], 1 May 1888, photo and typewritten copies, Franklin S. Richards Correspondence, 1886-90, UHi.
55. For Caine’s remarks, see Cong. Rec., 50th Cong., 1st sess., 1888, 19, pt. 18:7950-7953. For both Richards and Caine, see The Admission of Utah: Arguments in Favor of the Admission of Utah as a State…(Washington, D.C.: GPO, 1888), 14-18, 68-69; and Hearings before the Committee on Territories in Regard to the Admission of Utah as a State (Washington, D.C.: GPO, 1889), 6-8.
56. Richards to George Q. Cannon, 20 March and 22 March 1888, Franklin S. Richards Correspondence.
57. John W. Taylor, quoted in untitled, Nephi Ensign, 22 Feb. 1889.
58. Samuel W. Taylor, “Interviews with Nettie [Janet] M. Taylor,” p. 20, July 1947, BYU Library.
59. William Henry Gibbs, Sr., Diary, 9 April 1889, Church Archives.
60. Franklin S. Richards, quoted in Carlos Ashby Badger Diaries, 21 Dec. 1904, Church Archives.
61. Wiley Nebeker to Apostle John Henry Smith, 27 May 1903, John Henry Smith Letters, George A. Smith Family Papers, University of Utah Library.
62. John Henry Smith to Wiley Nebeker, 3 June 1903, John Henry Smith Letterbooks, Church Archives.
63. Katherine Cannon Thomas, interviewed by Leonard R. Grover, 25 March 1980, pp. 3-4, 11, POHP.
64. The instance recalled by Heber Grant Ivins is reported in Heber Grant Ivins, interviewed by Justin Stewart, 27 June 1971, pp. 29-30, box 1, fd. 5, Heber Grant Ivins Collection, UHi. The episode involving the remark that so disturbed Apostle Anthony W. Ivins is told in Florence Ivins Hyde, interviewed by Victor W. Jorgensen, 18 August 1972, transcript in private possession.
65. Carlos Ashby Badger Diaries, 9 Dec. 1905, Church Archives.
66. Rudger Clawson Diaries, 5 Oct. 1904, University of Utah Library.
67. Esmé Cecil Wingfield-Stratford, Truth in Masquerade: A Study of Fashions in Fact (London: Williams & Norgate, 1951), 120, 135.
68. George Q. Cannon, quoted in Richard W. Young memorandum, 7 Feb. 1892, John Henry Smith Letters, George A. Smith Family Papers.
69. Trials.
70. Matthias F. Cowley, in ibid.
71. Brooks Adams, The Emancipation of Massachusetts (Boston: Houghton, Mifflin, 1887), 134; and the comment of Franklin D. Daines, “Separatism in Utah, 1847-1870,” Annual Report of the American Historical Association for the Year 1917 (Washington, D.C., 1920), 334. Two examples of the speed with which Mormon leaders could interpret disagreement as evidence of sinister, other-worldly design are found in Kenney, Wilford Woodruff’s Journal 4:500, 6 Dec. 1856; and Daniel McArthur’s story in Diary of Charles Lowell Walker, ed. A. Karl Larson and Katherine Miles Larson, 2 vols. (Logan: Utah State University Press, 1980), 2:531, 6 Feb. 1881.
72. “Rebellion against Legitimate Authority,” Mill. Star 18 (12 April 1856): 227; JD 12:245 (Brigham Young/1868); “Minutes of a Special Conference of Elders of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Assembled in the Tabernacle, Great Salt Lake City, Aug. 28, 1852,” Mill. Star 15 (Supplement 1853): 3.
73. “Report of the Governor of Utah” [1889], Report of the Secretary of the Interior…, 5 vols. (Washington, D.C.: GPO, 1890), 3:495.
74. E.g., JD 12:164 (Brigham Young/1867); and John Phillips Meakin, Leaves of Truth: Utah and the Mormons (Salt Lake City: n.p., 1909), 43.
75. Brigham Young, as reported in Larson and Larson, Diary of Charles Lowell Walker 1:25-26, 21 March 1858. The number of such remarks by church leaders, especially during the nineteenth century, is quite large. See, as but a representative sampling, “History of Brigham Young,” Mill. Star 26 (14 May 1864): 311; Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 2:331, 10 Dec. 1843; JD 3:110 (Heber C. Kimball/1854); JD 5:83 (Wilford Woodruff/1857); JD 12:105, 126 (Brigham Young/1867, 1867); James G. Bleak, “Annals of the Southern Utah Mission,” Vol. 1, book B, pt. 1:176 [Erastus Snow in 1873], typewritten copy, Washington County Library, St. George, Utah; and comments by the non-Mormon Orlando W. Powers in Proceedings 1:813-14.
76. Joseph Smith, in HC 5:135.
77. Jules Remy, A Journey to Great-Salt-Lake City…, 2 vols. (London: W. Jeffs, 1861), 2:230; Julian Ralph, “A Week with the Mormons,” Harper’s 37 (8 April 1893): 330; Proceedings 1:461; W. M. Raine and A. W. Dunn, “Mormon or Patriot: The Church, Its People and Their Life,” Leslie’s Monthly Magazine 59 (March 1905): 539; J. Bonner Ritchie, “How Strait the Gate, How Narrow the Way? The Institutional Church and the Individual…,” Sunstone 6 (May-June 1981): 28-35; Dawn Tracy, “LDS and RLDS Churches’ Structure Cannot Accept Dissent, Speaker Claims,” SLT, 30 Aug. 1986.
78. Earl Okelberry, interviewed by Jessie L. Embry, 6 Nov. 1979, p. 10, POHP. Also see Abraham L. Stout, interviewed by Tillman S. Boxell, 5 Sept. 1978, p. 11, POHP.
79. John Taylor, in JD 20:353 (John Taylor/1880).
80. Richard W. Young, in Proceedings 2:966, 987.
81. Angus Cannon, in Proceedings 1:790. Theodore Schroeder, referring to Mormons who repudiated their pledges in connection with polygamy, said they defended themselves by saying that such promises “were improperly exacted under conditions amounting practically to duress.” A. Theodore Schroeder, “Polygamy and the Constitution,” Arena 36 (Nov. 1906): 496.
82. Henry S. Tanner, quoted in Richard Barry, “The Mormon Evasion of Anti-Polygamy Laws,” Pearson’s Magazine 24 (Oct. 1910): 451.
83. 1 Nephi 4:1-18.
84. Heber J. Grant, as quoted by Judd and reported in Carlos Ashby Badger Diaries, 16 Jan. 1904.
85. John Henry Smith, as quoted first in “‘Manifesto Only Trick to Beat Devil at Own Game,’” SLT, 16 Jan. 1906; then in Proceedings 4:13.But see John Henry Smith to T. D. Ehle, undated, John Henry Smith Letterbooks, George A. Smith Family Papers; and denials in Proceedings 4:367-68, 405-6.
86. Moojan Momen, An Introduction to Shi’i Islam:The History and Doctrines of Twelver Shi’ism (New Haven: Yale University Press, 1985), 183. A disturbing parallel is provided in the recent justification given by a Mormon general authority, Elder Paul Dunn, who said he saw no moral wrong in altering historical truth for the purpose of reinforcing Mormon precepts. “LDS Speaker Admits Spicing Up Stories,” SLT, 16 Feb. 1991;“Dunn Story Proves Costly for Veteran Journalist,” ibid., 21 Feb., 1991; and “Popular LDS Speaker Dunn ‘Embellished’ Anecdotes,” Ogden Standard, 16 Feb. 1991.
87. Genesis 20:2.
88. Heber Bennion to Heber J. Grant, 9 July 1929, fd. entitled “Polygamy,” in Brigham H. Roberts letterbox 7, Church Archives.
89. H. Grant Ivins, “Polygamy in Mexico as Practiced by the Mormon Church, 1895-1905,” 5, 6, typewritten manuscript, University of Utah Library.
90. Stenhouse, The Rocky Mountain Saints, 192.
91. Michel de Montaigne, Essais 2:18.
92. Thomas Hutchinson, The History of the Colony and Province of Massachusetts-Bay, ed. Lawrence Shaw Mayo, 3 vols. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1936), 3:162.
93. George E. Hancey, interviewed by Michael H. Schaub, 17 Feb. 1979, p. 3, POHP.
94. Carl A. Badger to “My Dear Charlie,” 22 June 1906, Carlos Ashby Badger Collection, Church Archives.
95. George D. Kirby, “Hypocrisy,” Improvement Era 14 (Nov. 1910): 43.
96. Joseph Bailey, in Proceedings 1:332.
97. Richard Barry, “The Mormon Evasion of Anti-Polygamy Laws,” 445. Also see the comments of Edward B. Critchlow, in Proceedings 1:669-70; and Burton J. Hendrick, “The Mormon Revival of Polygamy,” McClure’s Magazine 36 (Jan. 1911): 461-62.
98. Juab (A High Private in Israel), “To the Methodist Ministers,” Kinsman 1 (13 Nov. 1897): 2-3.
99. A. Theodore Schroeder, “Polygamy and Inspired Lies,” Kinsman 1 (Jan.-Feb. 1898): pts. 1-5.
100. “May Lie for Roberts,” SLT, 9 Jan. 1899.
101. “Polygamist and Liar,” SLT, 2 Aug. 1910.
102. See, e.g., the First Presidency’s “Address,” 26 March 1907, Messages 4:145-46; the remarks of President Joseph F. Smith as published in “True to God, His People, and the World in Every Promise,” Improvement Era 14 (Nov. 1910): 71-72;and John Henry Smith, “The Habit of Drifting,” ibid., 14 (Dec. 1910): 169.
103. Many of these devices were discussed above in connection with the post-Manifesto marriages of apostles and First Presidency members in chap. 6.
104. Guy C. Wilson, Jr., Memories of a Venerable Father and Other Reminiscences (Fullerton: California State University, Oral History Program, 1988), 129.
105. Fred C. Collier, comp., Unpublished Revelations of the Prophets and Presidents of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Vol. 1 (Salt Lake City: Collier’s Publishing, 1981), pt. 1:145-46.
106. Recent accounts that review claims concerning these events are J. Max Anderson’s anti-fundamentalist Polygamy Story: Fiction and Fact (Salt Lake City: Publisher’s Press, 1979), 63-76; Fred C. Collier’s rebuttal, in “Re-Examining the Lorin Woolley Story,” Doctrine of the Priesthood 1 (Feb. 1981): 1-17;and the very readable description in Van Wagoner, Mormon Polygamy, 128-29, 190-91.
107. For fundamentalist discussion and affirmation of this tradition, see “Our Position,” Truth 10 (March 1945): 269; “Prosecution Won’t Stop Us, Polygamists’ Leader Says,” Ogden Standard Examiner, 10 Sept. 1944; Joseph Leslie Broadbent, Celestial Marriage? (Salt Lake City: n.p., 1927), 23-24; Joseph W. Musser, Celestial or Plural Marriage: A Digest of the Mormon Marriage System as Established by God through the Prophet Joseph Smith (Salt Lake City: Truth Publishing, 1944, 1970), 148; Lynn L. Bishop and Steven L. Bishop, The Keys of the Priesthood Illustrated (Draper, Utah: Review and Preview Publishers, 1971), 76-77, 117, 172-74, 192-97, 226-40; [Gilbert Fulton and Rulon Allred], The Most Holy Principle, 4 vols. (Murray, Utah: Gems Publishing, 1970-75), 4:20, 68, 164-67, 213; Dennis R. Short, Questions on Plural Marriage with a Selected Bibliography and 1600 References (Salt Lake City: privately published, 1975), 9, 10, 18-21, 36, 37, 42, 43, 44. For examples of fundamentalist pragmatics in dealing with the law, see Anderson, The Polygamy Story, 87, 88.
108. Dorothy Allred Solomon, In My Father’s House: An Autobiography by Dorothy Allred Solomon (New York: Franklin Watts, 1984), 31, 42-43, 110-11 passim.
109. While the distinction between church and priesthood is referred to in most Mormon fundamentalist writings, perhaps the two most extensive and carefully developed expositions of the argument are to be found in Bishop and Bishop, Keys of the Priesthood, 3-75, 201-3 passim; and all of Gilbert A. Fulton, That Manifesto (Kearns, Utah: Deseret Publishing, 1974).
110. See above in chap. 2, 55; and the instructions given by church leaders to territorial delegate John T. Caine, as described in Edward Leo Lyman, Political Deliverance: The Mormon Quest for Utah Statehood (Urbana: University of Illinois Press, 1986), 60.
111. “Discourse by President John Taylor,” DN, 2 June 1880. Also see reference to Taylor’s dispersion of authority for performing plural marriages, above, 52-53.
112. Herbert L. James to John M. Cannon, 10 June 1902, original in private possession.
113. Badger Diaries, 22 Dec. 1904 and 12 Feb. 1905.
114. John Taylor, in Trials.
115. “A Biographical Sketch of the Life of Mary Evelyn Clark Allred,” Star of Truth 2 (Nov. 1954): 301; Samuel W. Taylor, Rocky Mountain Empire: The Latter-day Saints Today (New York: Macmillan, 1978), 21, 81-97;and idem, The Kingdom or Nothing, 301-2, 309-10.
116. Some, like Byron Harvey Allred, believed the process to have been well advanced before the time of Heber J. Grant. He saw the Quorum of Twelve Apostles, with deeds like the expulsion from their number of Matthias F. Cowley and John W. Taylor, as especially culpable. See the entirety of Allred’s A Leaf in Review of the Words and Acts of God and Men Relative to the Fullness of the Gospel (Caldwell, Idaho: Caxton, 1933). For contentions that, with Heber J. Grant, the church took especially long steps toward compromise with the world, see Bishop and Bishop, Keys of the Priesthood, 241-62ff.; and Short, Questions on Plural Marriage, 5. Modern church authorities have never rejected the distinction between church and priesthood, albeit the difference sometimes seems vague. See John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations: Aids to Faith in a Modern Day (Salt Lake City: Murray & Gee, 1943), 177-78; and Gordon B. Hinckley, “Priesthood Restoration,” Ensign 18 (Oct. 1988): 72.
117. See the remarks of Lionel Caplan in the introduction to Studies in Religious Fundamentalism, ed. Lionel Caplan (Albany: State University of New York Press, 1987), 5-22. The following also provide comparative insight into the Mormon fundamentalist experience: Ernest R. Sandeen, The Roots of Fundamentalism: British and American Millenarianism, 1800-1930 (Chicago: University of Chicago Press, 1970); George M. Marsden, Fundamentalism and American Culture: The Shaping of Twentieth-Century Evangelicalism, 1870-1925 (New York: Oxford University Press, 1980); James Barr, Fundamentalism (Philadelphia: Westminster, 1977); William R. Hutchison, The Modernist Impulse in American Protestantism (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1976); Rodney Stark, ed., Religious Movements: Genesis, Exodus and Numbers (New York: Paragon House, 1985).
Pacto Solemne: Pasaje de la Poligamia Mormona. Apéndice I.
B. Carmon Hardy.
University of Illinois Press Urbana and Chicago, 1992.
La reputación por sobriedad y honestidad es proverbial en el mormonismo moderno. Los sermones Santos de los Últimos Días están cargados con admoniciones concernientes a la importancia de un trato honesto y abierto con nuestros vecinos. Así como John Milton, Heber C. Kimball dijo que la verdad convoca poderes especiales por sí misma. No existe, dijo él, ninguna necesidad de “decir ninguna mentira, o de realizar cualquier falsedad.”(1) La iglesia, como su Deidad, dijo otro líder, debe utilizar un lenguaje claro. Las palabras de Dios fueron “sí y amen, sencillo, indicado, definitivo, sin dos significados de ello.”(2) Aquellos que traficaron con el engaño, le advirtieron a George Q. Cannon, perdieron tanto el espíritu de Dios como la confianza del hombre.(3) “No me importa qué tan sabio pueda ser el hombre, qué tan extensa pueda hacer su oración, o qué tan reverente [sic] pueda parecer,” dijo John Morgan, “si él dice una mentira, es una mentira y usted no la puede cambiar o alterar.”(4)
A principios de 1907 la Primera Presidencia emitió un importante discurso en el cual ellos específicamente negaron el uso de duplicidad en cualquiera de sus asuntos.” Una investigación esclarecedora, dijeron ellos, siempre había sido la meta de la iglesia. De nuevo, en 1910, cuando la cruzada de la revista en contra de la nueva poligamia estaba reviviendo, un editorial en Deseret News decía que los Santos de los Últimos Días no solo habían sido siempre veraces pero que además ellos, de entre toda la gente, estaban más obligados a serlo. Ellos “no pueden decir una cosa y hacer otra.”(5) Aquellos que se apegan al evangelio deben operar “en plena luz,” dijo el Apóstol John A. Widtsoe.” No existe secretismo acerca de la doctrina, objetivo o trabajo [del mormonismo].” La iglesia, dijo él, siempre ha combatido la oscuridad, y en su búsqueda del conocimiento, debería permitir que los pedazos de “el hacha de la verdad” caigan donde debe ser.(6) Un apóstol contemporáneo repitió estos preceptos, declarando que simplemente “no hay justificación para mentir.”(7) Y un miembro de la Primera Presidencia, ampliando sobre el mismo tema, advirtiendo que cuando uno recurre a la falsedad y la mentira, incluso por una noble causa, existe el peligro de que tal práctica se extenderá a otros usos “tal como una enfermedad que es endémica.”(8)
Las declaraciones de este tipo ponen en duda el comportamiento que hemos estado observando en los debates del mormonismo con el mundo acerca de la poligamia. Pareciera como si la iglesia leyera de diferentes libretos. Dependiendo de las circunstancias, las autoridades mormonas parecían cambiar entre registros de valores opuestos. De manera tan dramática que una inconsistencia no puede fallar en provocar la investigación. Claramente implora por la consideración académica.
A pesar de sus declaraciones, el mormonismo siempre ha secuestrado, de una forma u otra, una cantidad sorprendentemente grande de sus rituales y actividades. El grado al cual sus revelaciones estaban conectadas con lo oculto en la América temprana ha sido notado recientemente.(9) Las ceremonias asociadas con la investidura en los templos mormones han sido escondidas y protegidas bajo juramento por largo tiempo. Las reuniones del Consejo de los Cincuenta fueron llevadas a cabo con privacidad estricta.(10) En el siglo diecinueve los hombres han sido castigados por discutir en público lo que ocurría en las reuniones del sacerdocio y, en una etapa temprana, se les dijo que había cosas que era mejor incluso evitarlas con sus esposas.(11) Mucha de la discusión asociada con el restablecimiento de la Escuela de los Profetas a principios de los 1800s era relacionada a la instrucción gradual para los candidatos en diferentes niveles de dignidad. Se involucraron las ceremonias secretas y a los iniciados se les dijo que no revelaran lo que se les había dicho.(12) Las deliberaciones y los relatos de los más altos líderes de la iglesia permanecen inaccesibles al público en la actualidad.
Estos y otros encubrimientos sugieren no solo que existe una equiparación entre lo secreto y lo sagrado sino también una postura psicológica fundamental. Mientras que esto indudablemente actuó, como lo señaló David Brion Davis, para confirmar las peores sospechas de sus enemigos, y también fortaleció el sentido de comunidad mormón.(13) Los secretos de los miembros de la iglesia los aíslan del mundo, sellándolos el uno al otro a través de cosas arcanas, y fortaleciéndolos en su confianza de que ellos eran los amigos especiales de Dios.(14)
Vimos cómo los líderes de la iglesia en la época de José Smith ocultaron el conocimiento de la poligamia no solamente al público en general sino también a muchos de sus seguidores. Parece que siempre ha habido una sensibilidad especial acerca del tema – tal vez por el rumor concerniente a la conducta sexual indebida que aquejó a la iglesia con tal obstinación desde el principio. Un mes antes de ser asesinado, el Profeta José Smith admitió que parecía que había estado casado por un poco más de cinco minutos con su esposa Emma cuando fue acusado de tener esposas plurales. El hablar de la pluralidad de esposas espirituales y el adulterio asedió a la iglesia, él dijo que, un hombre no se atreve a hablar o guiñar el ojo, por miedo a ser acusado de tales cosas.(15) Al mismo tiempo, el hecho de la pluralidad por parte de José Smith y sus asociados y el adornar la verdad en conexión con esto ha sido reportado por casi todos los estudiosos de ese periodo.(16)
La negación absoluta fue solo una de las muchas estrategias empleadas. Las declaraciones de fidelidad a la ley, la desaprobación a aquellos que se casaron demasiado rápido después de la muerte de su primera esposa, y las expresiones de indignación cuando fueron acusados de desviarse de la moralidad tradicional también fueron utilizadas para obstruir una libre visión de lo que estaba pasando.(17) Las declaraciones negando la pluralidad fueron dichas ya sea para permitir más de una interpretación o para evitar el directamente desautorizar la posibilidad de tales matrimonios si eran correctamente autorizados.(18) Palabras como sacerdocio, sellamiento, aconsejar, o demandando prestar atención a la parábola de los talentos la cual tenía significados especiales para los iniciados.(19)
Algunos han explicado que los santos han condenado adecuadamente “la pluralidad de esposas espirituales” “el sistema secreto de esposas” de John C. Bennett. Estos no eran lo mismo, como se ha discutido, que “el matrimonio plural” o “el matrimonio celestial” – lo que los líderes mormones realmente predicaron. También se ha dicho que en las ocasiones en las que José y los demás negaron que “la iglesia” estaba enseñando el matrimonio plural, ellos estaban en lo correcto. La mayoría de su membrecía general no sabía lo que estaba pasando, no había sido hecha una doctrina oficial, y aquellos que la practicaban lo hacían solamente por autorización confidencial.(20)
Tales defensas no solamente ignoran las repetidas negaciones de que ellos se estaban involucrando en la práctica bajo cualquier nombre sino que también existen motivos para creer que el termino esposa espiritual fue, en efecto, empleada por los mormones antes y después de su éxodo hacia Great Basin.(21) Más allá de esto, más tarde en ese siglo, como parte de las escaramuzas entre los mormones de Utah y RLDS, las contradicciones fueron reconocidas y descritas como “muy sabiamente dibujadas” como una de las evidencias de que la pluralidad estaba ciertamente de moda entre aquellos cercanos al profeta.(22) Hay testimonios de que la instrucción fue dada expresamente de cómo encubrirlo.(23) Y uno debe enfrentar el lenguaje tortuoso como el del profeta cuando, no obstante siendo el esposo de muchas mujeres, él exclamó, “Qué cosa es para un hombre el ser acusado de cometer adulterio, y tener siete esposas, cuando yo solo puedo encontrar una.”(24)
Dados los acosos, despojos y los asesinatos tan a menudo entre los santos, existe una razón para las tendencias hacía lo encubierto. Anteriormente hicimos una observación sobre el sentido de inseguridad y el significado formativo de tales cosas generalmente en el mormonismo temprano.(25) Esto indudablemente explica por qué el profeta estableció tal provisión de lealtad y amistad. La instrucción de José para el Quórum de los Doce Apóstoles en 1839, nacido de una experiencia cruel, fue, sobre todo lo demás, “no traiciones a tu Amigo.”(26) En 1841 se realizó una conexión entre el secretismo y la amistad cuando él dijo que la razón por la cual más “secretos del Señor” no fueron revelados era porque muy pocos los podrían conservar. Esto fue seguido, una vez más, por el énfasis en la necesidad a observar y honrar la amistad incluso hasta la muerte.(27) Justus Morse dijo cómo, siendo un Danita en Missouri en 1838, a él y a otros se les dieron instrucciones de ayudarse el uno al otro en la dificultad del mentir, “y de hacerlo con tal positivismo y seguridad que nadie pudiera cuestionar nuestro testimonio.”(28) Las más grandes de las maldades, dijo José Smith en su discurso a los apóstoles en 1839, eran “el pecar contra el Espíritu Santo y demostrar ser un traidor para con los hermanos.”(29) Mosiah Hancock recordó que el profeta habló respecto a este tema en Nauvoo, lamentando que él fue traicionado por alguien que era cercano a él.(30) Dados los peligros y las complejidades sociales involucradas, es fácil entender por qué el disimulo fue utilizado para proteger los acontecimientos polígamos de la iglesia.(31)
Ni el mormón ni el gentil, se decía algunas veces, era capaz de absorber la revelación de la verdad. San Pablo no solamente había indicado que los nuevos conversos deben ser alimentados con una dieta doctrinal modificada, sino que José Smith, en una revelación temprana, se refirió a sus seguidores como “niños pequeños,” incapaces de “soportar todas las cosas ahora.”(32) En otras ocasiones él habló de que no sería conveniente decir todo, de la naturaleza no escrita de algunas de sus revelaciones, y de la gran dificultad que él tenía enseñando cosas contrarias a la tradición.(33) Brigham Young recordó que, en etapas tempranas en Kirtland, el profeta le dijo que si él era abierto acerca de todas las cosas que había recibido del cielo, “ningún hombre o mujer estaría conmigo.” Y Levi Hancock recordó que una vez José le comentó a él que si revelaba todo lo que Dios le había mostrado, sus propios seguidores irían por su vida.(34) La sensación de peligro, si todo fuera hecho público, se extendió como una preocupación para la comunidad mormona entera. “¿Qué se nos hubiera hecho,” preguntó Orson Hyde más tarde, “si ellos hubieran sabido que muchos de nosotros teníamos más de una esposa cuando vivíamos en Illinois? ¡Nos habrían despedazado, indudablemente, peor de lo que lo hicieron!”(35)
Indudablemente los líderes mormones se dieron cuenta de que el engaño implicó una condición onerosa. Esta puede ser la razón por la cual el profeta recomendó a las mujeres de la Sociedad de Socorro el no ser demasiado entusiastas con la maldad y ser caritativas con el acusado. El fue especialmente molestado por historias acerca del adulterio y de tomar esposas espirituales.(36) La incomodidad de sostener una cortina en los ojos de los mormones incitó a José a intentar, en más de una ocasión, un develamiento cuidadoso de la costumbre. Ciertamente esta fue la intención, por ejemplo, con el panfleto de Udney Hay Jacob emitido en 1842.(37) También explica el recordatorio del profeta hacía sus seguidores que parte de su misión involucraba una ruptura de la superstición y una reformación de lo que había sido considerado pecaminoso.(38)
Las actividades polígamas de los líderes, y el engaño considerado necesario para protegerlos, contribuyó directamente a los asesinatos de José y Hyrum Smith.(39) Durante el debate del concejo municipal sobre alegaciones en el Expositor concernientes a sus doctrinas y su comportamiento hacia las mujeres, José se vio en la necesidad de volver sobre sus pasos, declarando que él no había guardado la doctrina en secreto sino que la había enseñado abiertamente.(40) Fue más cercano a la verdad algunos meses después cuando, molesto en contra de la propuesta de que era aún necesario esconder cosas acerca de la iglesia, la viuda del profeta le dijo a William Clayton que “fueron cosas secretas que les habían costado a José y Hyrum sus vidas.”(41)
El disimular no cesó cuando los santos se movieron al oeste. Aunque existía una mayor libertad como en su estadía temprana en Iowa, aún existía una renuencia acerca de su filosofía del matrimonio, y se les ordenó secretismo a quienes participaban en ella.(42) En un debate bien conocido con pastores protestantes en Francia en1850, el Apóstol John Taylor, incluso siendo el esposo de diez esposas, negó que la poligamia era practicada en la iglesia, diciendo que era una cosa “demasiado indignante para permitirla como creencia.”(43) Orson Pratt, llamado para públicamente defender la práctica, torció los hechos corruptos acerca de ella.(44) Y muchos años después Charles W. Penrose admitió que, después de la muerte del profeta, algunas cosas acerca de él fueron borradas de las publicaciones de la iglesia “por razones prudentes.”(45)
Hasta donde la práctica del matrimonio plural en Great Basin es afectada, Brigham Young una vez dijo que, mientras algunos le dijeron al mundo exterior que no existió, él se rehusó a blanquear los hechos. “Yo nunca lo niego,” dijo él. “Yo estoy completamente dispuesto en cuanto a que los… [no-miembros] deberían saber que tengo más de una esposa y ellas son puras delante del Señor y son aprobadas ante su vista.”(46) Al mismo tiempo, con respecto a sus teorías de la divinidad, Young dijo que él retuvo mucho de lo que sabía. Y George A. Smith revivió el tema de una exposición filtrada para aquellos que eran jóvenes en el conocimiento del Evangelio. La mayor parte de cosas sagradas y obligatorias en los santos, dijo otro, correctamente permanecieron sin escribirse.(47) También continuó el énfasis en la importancia de proteger a los amigos. En 1859, probablemente como parte de un esfuerzo para obscurecer la conexión de la iglesia con la masacre de Mountain Meadows, los apóstoles Amasa Lyman y George A. Smith echaron pestes contra los miembros que dudaban y quienes “trataron de traicionar y exponer a sus hermanos ante las manos de sus enemigos.”(48)
En lo referente al cargo de que los Santos de los Últimos Días en Utah recurrieron al engaño cuándo se les preguntaba acerca de sus costumbres de matrimonio, Richard Burton repitió su respuesta, diciendo que ellos solo deseaban negar la imputación de cualquier similitud entre la práctica mormona del “matrimonio patriarcal verdadero” y el “ser una esposa espiritual,” “libremente amoroso,” y “Fanny Wrightism” que era familiar para las personas de fuera.(49) Las aseveraciones de que la generalidad de las personas no estaban preparados para aceptar todas las verdades recibidas por los oráculos de Dios se continuaron haciendo para justificar el secretismo mormón. Y el cambiar las palabras o la atribución de significados calificados para ciertos pasajes del lenguaje fue defendido como el comunicar la verdad de una manera que “aquellos que tenían el espíritu de verdad podrían entender.”(50)
Cuando la campaña nacional en contra de la poligamia mormona se volvió intensa, el uso de no-verdades se propagó rápidamente hacia el cuerpo más grande de la iglesia. En su cuenta de los extremos legislativos y constitucionales para lo cual los legisladores de Idaho sintieron que deberían de ir, John D. Hicks describió esas tácticas mormonas que provocaron la respuesta. Fue declarado, dijo él, que “cuando a los polígamos se les prohibió votar, los mormones rápidamente juraron que no eran polígamos; cuando aquellos que enseñaron la poligamia fueron discriminados, todo el mundo inmediatamente guardó silencio sobre el tema; y cuando a los miembros de organizaciones que apoyaron la poligamia les fue negado el voto, se retiraron… de la Iglesia Mormona.(51) Los niños fueron adiestrados para negar el conocimiento de las relaciones familiares, del paradero de sus padres, e incluso de sus propios apellidos.(52) Una autoridad de la iglesia estaba tan preocupada por la penetrabilidad del engaño intencional que él temió por su efecto en la fibra moral de la sociedad mormona. En una carta para el Presidente John Taylor en 1887, Charles W. Penrose expresó su preocupación de que “las interminables evasivas y tergiversaciones que nuestra condición actual impone… amenaza con hacer a nuestra generación naciente una raza de embusteros.”(53)
Una instancia reveladora proveniente de tales políticas ocurrió cuando las audiciones del comité fueron dirigidas en la propuesta de constitución de Utah en 1887 y acompañada con la petición para su existencia como estado. Franklin S. Richards, un abogado mormón quien aconsejó a la iglesia en los asuntos legales y quien era hijo del Apóstol Franklin D. Richards, trabajó con el delegado territorial John T. Caine para presentar el caso de Utah. En una serie de cartas de la capital de la nación para la Primera Presidencia, Richards explicó que él sintió gran ansiedad acerca de la asignación porque ciertas preguntas, si no eran contestadas cuidadosamente, podrían predisponer a los congresistas en su contra debido a que ya existía la sospecha de que no se debía confiar en los mormones. Él estaba en particular preocupado por averiguaciones en lo que se refiere a que si el matrimonio plural era un mandato obligatorio para los santos. También existía la preocupación concerniente a que si un pacto entre la iglesia y el gobierno podría ser impactado – esto es, hasta qué punto al mormonismo oficial se le podría hacer responsable por el comportamiento polígamo de particulares en Utah.(54)
Con un diseño cuidadoso Richards y Caine pudieron abrirse camino alrededor de estos asuntos. Esto implicó tomar una agresiva, en lugar de defensiva, posición en las audiciones, permitiéndoles evitar preguntas difíciles. Caine también leyó la revelación de 1843 a los congresistas de tal manera y elaboró las respuestas a sus preguntas a fin de dar una impresión modificada de la verdad. Él manifestó que la pluralidad no era un mandato para los santos y que el matrimonio “celestial” y “plural” no eran la misma cosa; y él presentó la idea de un “acuerdo” entre la iglesia y el gobierno a fin de que los líderes más tarde pudieran negar que fueron vinculados por esto. Más allá de esto, Caine negó que hubiera cualquier falsedad en las declaraciones mormonas, llamando a tales cargos “el mero disparate.” Él también dijo que la poligamia era “un asunto muerto” en Utah y que no sería revivido.(55) Richards, al menos, creyó que sus respuestas habían sido guiadas por inspiración y agradeció a la Primera Presidencia por aprobar su conducta.(56)
No todos estaban felices con este enfoque. Hablando en una reunión de la iglesia en Nephi, Utah, el Apóstol John W. Taylor marcó la declaración de Caine sobre la muerte de la poligamia como “d – de mentira.” Si el matrimonio plural estuviera muerto, aseguró él, “toda la religión estuviera muerta.” Más importante aún, Taylor le dedicó la mayor parte de sus comentarios reportados al error de utilizar la falsedad como una defensa. En primer lugar, él dijo, era imposible engañar a la nación en tales cosas. Los santos estaban seguros de que serian descubiertos. Más importante aún, la honradez era también una parte del Evangelio. En lugar de la tergiversación, dijo Taylor, los portavoces mormones deberían decir la verdad y enfrentar las consecuencias. En lugar de doblegarse y engañar, ellos deberían declarar firmemente a la poligamia como esencial para los mormones, permitiendo a los miembros que se conduzcan según sus propias conciencias.(57) El engaño como una parte de la estrategia mormona fue un asunto de una diferencia creciente entre el Apóstol Taylor y otros líderes de la iglesia. En lo referente al momento de la investigación Smoot, su esposa Janet dijo: “John fue considerado como un poco fuera de armonía porque a él no le gustó esta forma de proceder. Él era un hombre franco y no le gustaba decir una cosa en voz alta y otra cosa en susurros.(58)
El desacuerdo de Taylor es significativo, no sólo como un eco de ansiedades ya expresado por Charles W. Penrose sino por su concordancia con uno de los temas principales de este libro: La consecuencia de la pragmática recurrencia a la distorsión, lo opuesto de la declaración pública a el hecho privado, y la aceptación creciente por los mismos miembros de la iglesia de que la poligamia era completamente una cosa del pasado – una creencia amparada por la convicción que sus líderes no mentirían. La objeción de Taylor hacia la declaración de Caine hizo muy poca diferencia, sin embargo, un mes y medio después de su comentario en Nephi, al Presidente George Q. Cannon se le preguntó en una reunión especial de la iglesia cuál de los dos estaba en lo correcto, John T. Caine o el Apóstol Taylor. Cannon respondió que ambos estaban en lo correcto. En un sentido legal, la poligamia estaba muerta. Eclesiásticamente, sin embargo, el principio permaneció vivo. Otra autoridad ilustró el enfoque de la iglesia al decir que él ya no daba recomendaciones para casarse con esposas plurales pero las daba para obtener cuales fueran las bendiciones que El Señor les pudiera otorgar.(59)
Fue apenas inesperado, entonces, que el Manifiesto Woodruff fuera probablemente trazado, y ciertamente interpretado, con motivos ocultos a la vista. El mormonismo continuó apoyando la poligamia después de 1890, y el uso de dispositivos para obscurecerla, fue sólo una perpetuación de estilos por mucho tiempo practicados. Hubo una diferencia, sin embargo, en que después de 1890 los líderes encontraron necesario nos solo excluir a los gentiles sino también a muchos miembros de la iglesia del conocimiento de las recesiones plurales recién autorizadas. Esto regresó a la iglesia a circunstancias análogas para aquellos bajo el Profeta José Smith en Nauvoo. Considerando que todos los mormones, polígamos y no polígamos, podrían adquirir un resentimiento por los ataques en las afirmaciones de la iglesia durante la cruzada, después de 1890 fueron divididos en dos clases propias: aquellos que creyeron las pretensiones de los líderes acerca de abandonar la poligamia y aquellos que consideraron tales declaraciones como una protección para que no se descubriera la verdad. Así como en el período de Nauvoo, aquellos que eran conscientes de estas cosas tuvieron que reconciliarlas como mejor pudieran. Franklin S. Richards una vez le dijo a Carl A. Badger cómo él asignó inconsistencias determinadas por sus líderes. Él apartó tales problemas, dijo él, considerando los buenos y nobles hombres y mujeres en la iglesia, a diferencia de los derechos que él perdería al rechazarlos por sus fallas.(60)
Sin importar lo grande de la tesorería de mérito de su iglesia, algunos mormones todavía se resistieron a la costumbre de engaño. En una carta en 1903 de Wiley Nebeker de Afton, Wyoming, para el Apóstol John Henry Smith, Nebeker dijo que él estaba preocupado por el hecho de que, aunque la iglesia hiciera declaraciones oficiales de que los matrimonios polígamos ya no eran perdonados, él frecuentemente escuchó acerca de hombres y mujeres, algunos de ellos de su propio área, iniciándose en este principio. Los rumores en este sentido fueron tan comunes que ambos miembros y no miembros en Wyoming hablaron acerca de eso. Se dijo incluso, que él le dijo a Smith, que algunos fueron especialmente llamados por apóstoles para continuar con la práctica. Nebeker siguió diciendo que, mientras él aceptó el origen divino del matrimonio plural y creyó que era tan verdadero como el bautismo y el arrepentimiento, él no podría justificar una política doble que decía una cosa mientras hacía otra. “Para que quede claro,” escribió Nebeker, “mientras que estoy completamente convertido a la creencia que este es un principio verdadero, no estoy convertido a la idea de que El Señor justifica engaño y la falsedad.” Seguramente, él aseguró, si Dios quisiera que la costumbre fuese llevada adelante, sería mejor abiertamente admitirlo así, “aunque nos traiga persecución, porque entonces no puede haber reproche – no estaremos bajo la necesidad de disculparnos ante nuestras propias conciencias.”(61)
Debido a que los rumores del tipo de los que Nebeker se refirió se habían extendido tanto, él sugirió que el Apóstol Smith usara su [la de Nebeker] carta como la base para una declaración pública sobre el tema, posiblemente en las columnas del Deseret News. Por lo menos, él pidió una explicación privada en la materia. Smith contestó en un plazo de una semana. A menos que hubiera un intercambio verbal u otra comunicación aún sin descubrir entre los dos, la respuesta del apóstol ilustra la pared de desinformación que los líderes construyeron alrededor de la práctica del matrimonio plural después del Manifiesto. Smith le dijo a Nebeker que no sólo ese permiso de iniciarse en la poligamia ya no estaba disponible para nadie en la iglesia sino que desde el Manifiesto nadie había estado autorizado para emprender un matrimonio polígamo. Puede haber algunos cuantos que se encontraban en matrimonio plural antes del Manifiesto y quienes aún podrían estar viviendo juntos, dijo Smith, pero ese fue el tamaño de eso. La doctrina fue verdadera pero la costumbre estaba prohibida por el aprecio hacia las leyes terrenales.(62) Cualquier cosa que Wiley Nebeker estuviera pensando sobre esta respuesta, es claro que Smith sintió que era mejor ni siquiera mencionar el tema central que había surgido – la deshonestidad. En lugar de eso, proveyendo no más de una repetición incompetente de negaciones de la iglesia, el apóstol lo perpetuó.
La presión sobre esos matrimonios plurales llevados a cabo en los años después del Manifiesto fue extraordinariamente intensa. Katherine C. Thomas, cuyo padre, George Mousley Cannon, se había casado con su madre como una esposa polígama en 1901, dijo que ella y sus hermanos recibieron instrucciones de no preguntarle a sus padres acerca de su relación plural. Cuando era niña ella estaba adiestrada para ocultar a otros la identidad de su padre, y como estudiante de primer grado en Salt Lake City ella estaba obligada a ir a la escuela utilizando un nombre falso.(63) El hijo de Anthony W. Ivins, Heber Grant Ivins, relató sobre su súbita desilusión cuando era un menor en el momento en que una visita de un oficial de la iglesia con una de sus familias plurales en la casa de los Ivins sermoneó a uno de sus niños sobre la necesidad para dar un nombre falso cuando otros le preguntaran quién era ella. Más tarde, después de que él se convirtió en un apóstol y se mudó a Salt Lake City, otro de los niños de Ivins, Florence, describió cómo, después de una reunión con sus compañeros apóstoles y la Primera Presidencia, su padre pareció molesto. Cuando Florence le preguntó a su madre qué pasaba, la Sra. Ivins le confió a ella que durante la reunión el Presidente Smith había dicho que él “mentiría cualquier día para salvar a [su]… hermano.” Ivins – quien, como vimos en el momento de la investigación Smoot, siempre se había opuesto al engaño – fue estremecido. Florence dijo que ella cree que su padre se mantuvo atribulado para el resto de su vida por la declaración del Presidente Smith.(64)
Con el mundo dividido entre los que estaban a favor y los que estaban en contra, las sospechas algunas veces compartieron un carácter situado intramuros, infectando las relaciones entre los mismos miembros del quórum. Al momento de la investigación Smoot, cuando fue tomada una gran cautela para coordinar las respuestas y envolver al Senador Smoot con la apariencia de ignorancia con relación a las actividades polígamas de sus colegas, por razones aún inciertas una de las esposas plurales del Presidente Joseph F. Smith se refirió al Apóstol Charles W. Penrose como “un Judas.(65) La intranquilidad también condujo a algunos líderes a advertirle a sus colegas de no escribir nada de lo que fue dicho y hecho en sus diarios. En referencia específicamente a las publicaciones de George Q. Cannon y Abraham H. Cannon, Joseph F. Smith temía que sus enemigos pudieran tener acceso a ellos y pudieran usar tales materiales en su contra. Por esta razón algunos instaron a que ningún registro privado de lo que era acontecido en sus reuniones fuera conservado por apóstoles individuales.(66)
Los hombres se comprometieron en lo que ellos creen son grandes causas que naturalmente ordenan los datos de sus percepciones para condescender sus más queridas metas. Este no es siempre un proceso consciente. Como Wingfield-Stratford dijo en su debate sobre John Richard Green, un historiador inglés bien conocido y cautivo del mito liberal-whig, él fue un caballero enteramente honorable “quien hubiera muerto antes que mentir deliberadamente.” Pero sus prejuicios eran sentimientos tan profundos que, aunque contradictorio, lo que él encontró y leyó fueron realizados para encajar perfectamente dentro del marco de un plan histórico ya aceptado.(67) En los inicios de 1890, cuando los líderes mormones estaban tratando de organizar a los miembros de la iglesia a lo largo de líneas del partido tradicional, una vez ellos instruyeron a sus seguidores de que el compromiso político era menos importante que la apariencia de división misma. Cuando se le preguntó si tal enfoque no era fingido, George Q. Cannon dijo que la sinceridad era irrelevante en el caso actual. Sin tal división, dijo él, era probable más legislación poco amistosa. Y la seguridad en contra de esto, él apremió, era de mayor prioridad.(68) Por muy falsos que pudieran haber parecido ante una persona de fuera, es poco probable que los líderes mormones sintieran cualquier cosa excepto la consistencia justa en sus adaptaciones defensivas para una causa tan alta como el matrimonio plural.
Matthias F. Cowley provee otra ilustración de qué tan maleables, ante las circunstancias amenazantes, pueden ser los valores tradicionales. Al momento de su audición antes del Quórum de los Doce Apóstoles en 1911, al describir cómo se habían realizado matrimonios plurales después del Manifiesto cuándo fue autorizado por George Q. Cannon y otros más, él relató el castigo que una vez recibió por consultar demasiado ampliamente en ciertos casos. Él también habló de la práctica de matrimonios plurales con fecha anterior a después de 1890 a fin de hacerlos parecer que ocurrieron antes del Manifiesto. “Yo menciono estas cosas, dijo él, solo para mostrar el entrenamiento que he recibido de los que están por encima de mí.” Él podría haber continuado diciendo que estaban echando mano de las enseñanzas de otros antes de ellos.(69) Pero Cowley no se vio a sí mismo como un hombre deshonesto. En algo que de otra manera parecería un falso razonamiento, él le dijo al quórum: “No soy un deshonesto ni un mentiroso y siempre he sido veraz con el trabajo y con los hermanos… a nosotros siempre nos ha sido enseñado que cuando los hermanos estén en un una situación difícil no estaría fuera de lugar mentir para ayudarlos. Entonces, en palabras notablemente similares a las que afligieron a Anthony W. Ivins (y a aquellas recordadas en una ocasión anterior por Justus Morse), Cowley dijo que él había escuchado a un miembro de la Primera Presidencia decir que “él mentiría como el infierno para ayudar a los hermanos.(70)
Además de un compromiso con la amistad, y la capacidad que la intensidad religiosa tiene para nublar límites morales, las declaraciones de Cowley llaman nuestra atención hacia otra característica del sistema de creencia mormón. Las autoridades de la iglesia desde el tiempo del Profeta José Smith pusieron gran énfasis en la necesidad de “seguir a los hermanos.” Porque los hombres y las mujeres pensaban que no siempre eran capaces de ver tan lejos y claramente como sus líderes, a los miembros de la iglesia les fue dicho que, cuando se enfrentaran con la duda o diferencia, ellos deberían subordinar su juicio con el del sacerdocio superior. Como Brooks Adams explicó al debatir anteriormente en New England, el poder del ministerio yace en la creencia de los feligreses en que las autoridades religiosas poseen una visión que no está disponible para el común de la gente. Cuando esta creencia actúa en combinación con la sospecha de que el estar en desacuerdo con los puntos de vista de los ministros tenía una posibilidad más alta del promedio de ser la obra del diablo, las autoridades clericales encontraron enormes fuerzas en sus manos.(71)
Estas suposiciones hicieron posible a los líderes mormones afirmar que los sirvientes de El Señor deben correctamente “dictar” no solo “en lo más grande y en lo que podría pensarse que son los asuntos más triviales” sino para también imponer juicio. A los hombres que rechazaban el llamamiento de ir a misiones de la iglesia, por ejemplo, una vez se les dijo que deberían esperar perder el derecho a sus esposas por la insubordinación.(72) El gobernador territorial de Utah, Arthur L. Thomas, habló de esta mera condición. Él dijo que no tenía nada que ver con el carácter ético de los santos; sino por la creencia mormona en la inspiración de sus líderes, si les hubiera “dicho que firmaran una declaración [de que] ellos eran mahometanos y que el sacerdocio entendía este asunto y que era para el progreso de la causa y la gloria de Dios, probablemente lo harían.”(73)
El precepto de los Santos de los Últimos Días, con su textura enriquecedora y contradictoria, ocasionalmente instó a los hombres y mujeres a estar en desacuerdo con el liderazgo de la iglesia si creyeran que era moralmente incorrecto.(74) Más frecuentemente recibieron instrucciones de no criticar a sus líderes, no discutir su juicio abiertamente, y, como Brigham Young una vez lo puso, para recordar que “las ovejas deben seguir al pastor, no el pastor seguir a las ovejas.(75) El Profeta José Smith proveyó un ejemplo cuándo, después de haberse rehusado, él trató de persuadir a Nancy Rigdon a convertirse en su esposa plural: “Lo cual está equivocado bajo una circunstancia, puede ser, y a menudo lo es, correcto bajo otra… Cualquier cosa que Dios requiera es correcta, no importa lo que sea, aunque no podamos ver la razón de ello hasta mucho después de que los acontecimientos ocurren… Pero en la obediencia hay alegría y paz sin mancha.”(76) Esta característica de sociedad mormona fue, y continúa siendo, a menudo discutida y criticada.(77) Al mismo tiempo, ha sido una razón importante para el éxito comunal de los Santos de los Últimos Días. Le dieron peso a la supervivencia de la poligamia cuando este principio era asediado. Como un mormón explicó dando cuenta de la práctica franca de la doctrina por parte de su padre polígamo: “Tú no cuestionas las cosas. Si la iglesia lo dice, tú no dices sí o no, tú prosigues.(78) La adherencia que es voluntariamente ciega necesariamente relega verdad a un orden inferior de prioridad.
A estas explicaciones debe ser añadida otra. En las mentes de algunos, su circunstancia era enteramente involuntaria. Los santos habían sido traídos a una condición en la cual deberían ser verdaderos ya sea para su religión, con sus requisitos, o para su país, con, en su visión, sus leyes inicuas. Este dilema no deseado es lo que les dio un discurso y modales fracturados. La justificación ansiosa fue lo que claramente incitó al Presidente John Taylor para declarar en 1880: “¿Hemos hecho alguna cosa en secreto? No hasta que fuimos forzados.”(79) Richard W. Young, un presidente de estaca y abogado prominente de Salt Lake City, luchó con el mismo asunto delante del comité de la investigación Smoot al contarlas como falsas negaciones en los inicios de iglesia. Aunque estaba incómodo con tales cosas, Young las explicó como el resultado de “la exigencia” y “las circunstancias.”(80)
Los hombres que aún estaban viviendo con esposas plurales, en contra de la ley y después de que en el Manifiesto se interpretó como prohibidas, eran, dijo otro clérigo, como uno teniendo que sacar a su buey del fango en el sabbat.(81) Henry S. Tanner lo explicó mejor. Las promesas hechas por los mormones hacia el gobierno, dijo él, fueron extraídas por la fuerza. Fue como un hombre sujetado por un enemigo poderoso y siendo forzado a decir cosas ordinariamente repugnantes como la única forma de obtener su libertad. Bajo tales circunstancias, indicó Tanner, las palabras no tenían poder vinculante. Consecuentemente, los mormones fueron tan libres como si no hubieran hecho ninguna promesa.(82) Al interpretar las leyes antimormonas como un artificio satánico en el cual los santos se habían vuelto involuntariamente atrapados, aquellos que continuaron casándose y viviendo polígamamente se vieron forzados a mentir como la única manera de escapar.
El profeta del Libro de Mormón, Nefi, una vez recibió órdenes de tomar la vida de otro para que los propósitos de Dios pudieran ser cumplidos.(83) Con Su ayuda los Santos podrían aventajar al enemigo otra vez. Las contorsiones verbales podrían ser inspiradas. Los líderes de la iglesia de verdad creían que Dios algunas veces los guiaría por diferentes caminos cuando las cosas importantes estaban en peligro. Cuando Heber J. Grant asombró al Juez John W. Judd diciéndole que él no pretendía observar las leyes prohibiendo la cohabitación polígama, Judd le cuestionó acerca de la promesa firmada por Grant de que, si se le daba amnistía, él mantendría tales leyes. Fue reportado que el apóstol contestó “que eso no hacía ninguna diferencia, [porque] cada hombre que firmó tuvo que hacer su elección de firmar por la fuerza.”(84) Esto era muy cercano a la idea del Apóstol John Henry Smith en su comentario de que el Manifiesto Woodruff no era sino “un truco para ganarle al Diablo en su propio juego.”(85) Así como el Shia del Islam, los mormones creían que el fingir por la causa en realidad no estaba mal. Debido a que ellos fueron forzados, al mentir con reserva mental los fieles estaban aún al servicio del Señor.(86)
La historia es generosa con ejemplos de individuos respondiendo en formas similares cuándo son atrapados en circunstancias como las que enfrentaban los santos. No sólo hubo instancias en las escrituras, como Abraham, quien tuvo tales recursos cuando fue forzado, sino que en cada guerra ha habido casos cuando el mentir fue interpretado como un acto de patriotismo.(87) ¿Y qué se puede decir acerca del engaño alrededor de lo obvio de cosas como los impuestos británicos en la época colonial o las evasivas leyes esclavistas? Heber Bennion, recordando al Presidente Heber J. Grant como recordatorio de la falsa negación de la práctica mormona en el pasado, recordó que, dependiendo de las circunstancia, podría ser realmente aceptable. Si tal comportamiento iba a ser categóricamente condenado, ¿qué hay de las incontables mentiras que se les dijeron a los niños en interés del mito benigno? ¿Qué se iba a hacer con la mentira de Jacob para obtener la bendición de Esaú? Y, él preguntó, ¿qué hay de las falsas afirmaciones intencionalmente dichas por el Presidente Joseph F. Smith delante del comité de investigación Smoot?(88) Estas mismas consideraciones condujeron al hijo de Anthony W. Ivins, Grant, a alegar un atenuante en la representación de la iglesia.(89) Dado la alta prioridad atribuida a la práctica de la poligamia, uno puede comprender los extremos a los cuales la determinación mormona fue llevada para preservarla.
Estas discusiones ya han sido tratadas anteriormente, sin embargo, en el siglo diecinueve Thomas B. H. Stenhouse apuntó que los mormones no sólo deberían admitir una mayor responsabilidad de sus dilemas de lo que ellos se inclinaban por hacer sino que, dijo Stenhouse, “si una vez se admite como justificable, ¿con qué frecuencia y para qué otros fines podrían [tales recursos]… no ser usados?”(90) Esto fue un recordatorio convincente y que a menudo era comentado. La esencia de la advertencia de Montaigne era que la declaración falsa intencionada usualmente conduce a la corrupción en otras cosas.(91) Y Thomas Hutchinson, en vísperas de la Revolución Americana, advirtió que la mentira podría ser disculpada en pro de la inmoralidad tan fácilmente como en un principio. En todo caso, dijo él, que era “un truco vil en el mejor de los casos.”(92)
Fue lo suficientemente confuso para algunos jóvenes mormones que los más dignos en sus comunidades furtivamente se involucraran en la poligamia, sabiendo que esto estaba en contra de la ley.(93) Pero el suscribirse a una política de engaño abierto argumentando a su favor un servicio para un fin más alto agravó la maldad. A esto se refería Carl A. Badger cuando, afligido por la vergüenza sobre declaraciones de sus líderes durante la investigación Smoot, él lamentó eso, si tan solo la iglesia hubiera permanecido leal a las promesas que habían hecho y al Manifiesto, todo el mundo habría admirado su integridad. Como Badger describió, no obstante, los líderes de la iglesia habían decidido que había cosas más importantes que la honradez. El resultado, dijo él, fue la confusión moral.(94) Uno se pregunta si lo mismo estaría en la mente de George D. Kirby en 1910 cuando, al escribir en Improvement Era sobre los argumentos de que los mormones eran mentirosos, preguntó si, después de todo, podría haber “verdad en los cargos.”(95) De nuevo esto recuerda uno de los miedos expresados por Charles W. Penrose y John W. Taylor.
Más fundamentalmente, lo que le trajo estas pruebas a la iglesia fue la decisión para proyectar sólo la apariencia de compromiso. Como dijo el Senador Joseph Bailey al interrogar a Joseph F. Smith en 1904, dada la supuesta gravedad de su anexo hacia la doctrina, él habría pensado que, como cristianos, los mormones habrían ido “a la hoguera” antes de compaginar con la pluralidad.(96) Una vez tomada una política de falsedad, entonces, necesariamente le siguieron el razonamiento engañoso, el secretismo y la contradicción moral. Y esto, con mucha certeza, invitó a los cargos de comportamiento hipócrita. Después del cambio de siglo, los de fuera más de una vez observaron que los líderes mormones consistentemente respaldaron políticas honestas – siempre y cuando sus propios asuntos no fueran involucrados. Como se reportó que un residente gentil lo expresó, “Cuando cualquiera de nosotros pecamos… pecamos para nuestros propios beneficios.” Pero cuando un santo cruzó la línea, fue todo “por el amor de Cristo.”(97)
En 1897 alguien haciéndose pasar por un miembro de la iglesia, llamándose a sí mismo “Juab, un Personal Alto en Israel,” escribió una respuesta sarcástica hacia los comentarios acerca de la continuación de la poligamia y el engaño mormón que fueron realizados en una reunión de ministros metodistas. “Juab” le echó la culpa a los pastores por su falta de guía divina. De otra manera, dijo él, ellos fácilmente podrían interpretar el Manifiesto y otros casos de “la fraseología inspirada” de los mormones. Todo lo que los mormones dijeron y prometieron acerca de la poligamia había sido devotamente y reflexivamente escrito. Si encontraron tales documentos confusos o contradictorios, es porque a los ministros simplemente les faltó un espíritu de discernimiento.(98) Eran los santos, por supuesto, de quien “Juab” se burlaba. En 1898 Theodore Schroeder publicó una serie de molestos artículos llamados “La Poligamia y las Mentiras Inspiradas.” En estos episodios él se refirió evento por evento, desde el tiempo de José Smith el Profeta hasta los días de Schroeder, ilustrando el uso de la mentira por parte de la iglesia como una forma de esconder la poligamia. Al fin él hizo la pregunta históricamente planteada por otros: “¿Cómo podríamos saber que las razones que les llevaron a engañar una vez, no puedan estar induciéndoles a engañar de nuevo?(99)
Mucho de ferocidad del Salt Lake Tribune en estos años estaba alimentado por la repugnancia de que los líderes mormones, mientras reclamaban que su iglesia era el vaso especial de verdad del Señor, tan frecuentemente la corrompieran. En 1899 el Tribune sarcásticamente reportó los comentarios de un obispo local en el sentido de que podría ser necesario distorsionar los hechos para lograr que Brigham H. Roberts fuera electo para el Congreso. Esto fue justificado no sólo porque la verdad completa podría ser dicha más tarde sino porque la mano del Señor estaba “en todo ello.”(100) Mientras que los argumentos del escrito fueron algunas veces extremos, era difícil refutar su insistencia que era casi “imposible para un para elder mormón ser un nuevo polígamo sin al mismo tiempo ser un mentiroso.”(101) Sensibles hacia tales declaraciones, los líderes respondieron con negativa, afirmando su honradez una y otra vez.(102)
Es impresionante la capacidad inventiva de los mormones con la intención de introducir la poligamia por algunos recursos que preservarían una medida de redención ética. Además de los usos semánticos como la unión y el sellamiento, así como permitir la negación del matrimonio plural, también se han hecho referencias a instancias que involucran el casarse con dos esposas el mismo día; la confianza en el hecho de que las mujeres estuvieron siempre selladas a los hombres, el permitir a sus esposos que negaran que se habían casado polígamamente; el uso de representantes; el casarse legalmente con una nueva esposa, después de la muerte de una anterior esposa legal, mientras se mantenían relaciones con plurales anteriores; la realización de ceremonias en el océano o en países extranjeros; y el recurso del concubinato.(103) La variedad de tretas utilizadas nunca serán completamente enumeradas. Guy C. Wilson, Jr., recordó el caso de una pareja mormona intentando un matrimonio polígamo; cuando el magistrado les preguntó si alguno había estado casado antes, el novio contestó “sí.” “Pero,” agregó él, “ella está en el cementerio.” Su primera esposa ciertamente estaba en el cementerio local, de pie y muy viva.(104)
Por última, el uso de la mentira como un dispositivo para ayudar a la supervivencia de la pluralidad proveyó una guardería para aquellos que hoy continúan en la poligamia. El fundamentalismo mormón es por lo menos parcialmente una consecuencia de tales tácticas. Los polígamos contemporáneos ponen gran confianza en la revelación del Presidente John Taylor de 1886, dada cuándo él se estaba escondiendo de los alguaciles de Estados Unidos. En la revelación a aquellos que deseaban recibir la gloria más alta en la otra vida se les exhortó a continuar viviendo el principio a pesar de las presiones traídas a ellos para darle fin.(105) Posteriormente, a ciertos individuos se les dijo que habían sido especialmente comisionados para mantener vivo el matrimonio plural hasta el milenio.(106) Muchos de los que hoy practican el matrimonio plural rastrean su autoridad hacia esta supuesta comisión. En la medida en que el Presidente Taylor estuviera viviendo “en la clandestinidad” en el momento en que estos acontecimientos supuestamente ocurrieron, y porque la supuesta comisión fue dada a la expectación de que la oposición continuaría, el movimiento tomó una resistencia para la divulgación desde sus inicios.
Refiriéndose a la historia mormona como precedente, los fundamentalistas defienden la conveniencia del secretismo y falsa negación al tratarse de las cosas de Dios, especialmente del matrimonio plural. El uso de códigos y claves al estar amenazado por leyes hostiles es aprobado. La prioridad de los convenios y las amistades es afirmada. Y cuando se encuentran en circunstancias difíciles, ellos han roto los compromisos con las autoridades civiles para asegurar la libertad para ellos mismos y sus familias.(107) Dorothy Allred Solomon, al recordar su educación en una prominente casa fundamentalista, resumió la atmósfera diciendo, “Aunque fuimos criados para atesorar verdad y ‘aferrarnos a la luz,’ nuestro estilo de vida estaba lleno de secretos.” El recurso de la distorsión, lo cual fue llamado “lógica mormona,” descansó incómodamente en cada aspecto de su existencia. Ella recordó que esto era justificado por su padre, un líder fundamentalista, con el aforismo “Algunas veces debemos desobedecer una ley inferior para guardar una más alta.(108)
Un aspecto importante de los apologistas fundamentalistas es la controversia de que el matrimonio plural nunca fue condenado por el sacerdocio mormón. Una lectura cuidadosa de las negaciones y las declaraciones sobre suspender la práctica, se dice, revela que fueron realizados solo en el nombre de la iglesia. La diferencia entre lo que el sacerdocio y la iglesia le permitieron a los hombres, dicen ellos, para verdaderamente reclamar a la iglesia, como una organización, es que se había descontinuado el matrimonio plural y se excomulgaría a cualquiera que fuera encontrado desobedeciendo sus reglas. Los individuos poseedores del sacerdocio, por otra parte, aún podrían tomar a las nuevas esposas actuando sobre su propia responsabilidad.(109) En otras palabras, la iglesia podría haber abandonado la poligamia, haber publicado el Manifiesto, y colocado a los transgresores en peligro de perder su membrecía, pero el sacerdocio se mantuvo firme con este principio.
Como se sugirió anteriormente, a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte algunos mormones pensaron que la iglesia podría encontrar en su estatus como organización enteramente privada la suficiente barrera como para proteger la práctica.(110) Ya que actuaba como la voz oficial de mormonismo, sin embargo, la iglesia fue atrapada con demasiada facilidad en la cúspide de lo formal, yuxtaponiendo los roles. Una solución preferida se encontró en separar a la iglesia, qua iglesia, de los individuos poseedores del sacerdocio, y por consiguiente una participación doble por aquellos que lideraron y hablaron por la organización. Tal construcción satisfizo la necesidad bastante bien, permitiendo a los líderes de la iglesia actuar algunas veces como portavoces corporativos y en algunas otras como individuos poseedores del sacerdocio, alternando a los personajes conforme la circunstancia lo requería.
El precedente para tal división podría ser encontrado por lo menos desde el tiempo del Presidente John Taylor.(111) Cerca del cambio de siglo, circularon rumores entre algunos presidentes de estaca de que los matrimonios plurales aún podrían ser posibles si se realizaban “por el sacerdocio” fuera del país.(112) Al momento de las audiciones Smoot, Carl A. Badger registró que él escuchó que la iglesia no estaba involucrada con la poligamia. El Presidente Smith, no obstante, como una autoridad del sacerdocio responsable ante Dios, podía realizar ceremonias plurales.(113) Y el Apóstol John Taylor en 1911 afirmó que, como él lo vio, desde el tiempo de la revelación de su padre en 1886 y ciertamente desde el Manifiesto y los 1890s, el Señor había “puesto a todos bajo su propia responsabilidad” y había quitado “la responsabilidad de la iglesia.”(114) Esto fue lo que llevó a un hijo del Apóstol Taylor, Samuel W. Taylor, a describir la estratagema como una conspiración, un “gran secreto.”(115) Hasta el tiempo del Presidente Heber J. Grant, el argumento continua, tal distinción proveyó una tapadera utilizable. Con la sucesión de Grant en la presidencia de la iglesia, consideran los fundamentalistas, este cambio de vestido terminó y el mormonismo oficial, impaciente con el ejercicio, se convirtió en una sociedad enteramente monógama.(116)
El fundamentalismo, como un fenómeno, está lejos de lo peculiar para el mormonismo. Comúnmente ocurre cuando las instituciones se alejan de los anteriores patrones de creencia. Los eruditos que estudian el tema sugieren que, más que un intento para restaurar, el fundamentalismo siempre tiene las dependencias dinámicas en el presente y que su complejidad es tal que los límites y los modelos utilizados para explicarlo a ella son necesariamente heurísticos.(117) El fundamentalismo mormón – compartiendo una ansiedad con movimientos similares acerca de cosas como la pureza y el poder vinculante de un texto ancestral, temerosamente explorando los significados de adaptación cultural, y hambriento de más experiencia auténtica y espiritual dentro de las divisiones tradicionales – muestra como su característica más visible una preocupación notable con la poligamia. Al igual que con la iglesia de siglo diecinueve, es la afirmación más claramente visible de una mayoría de grupos mormones no conformes.
Hasta el grado que son genuinamente artefactuales, estos disidentes proveen una afirmación para uno de los temas centrales del libro – la preciada estimación desarrollada por la vieja iglesia hacia el matrimonio en la poligamia. Y esta alta prioridad, estando amenazada por un ambiente poco amistoso, explica el recurso de escudarse, las comunicaciones cifradas, el secretismo y la negación engañosa. Debido a que la iglesia alguna vez aprobó estas flexiones, las caras y voces alternantes en una ilusión intencionada, aseguraron el seguimiento actual de actores fundamentalistas que creen la obra ni está ni debería ser finalizada.
NOTAS
1. JD 8:241 (Heber C. Kimball/1860).
2. JD 23:163 (Orson Pratt/1883).
3. JD 24:225 (George Q. Cannon/1880).
4. JD 20:286 (John Morgan/1880).
5. For the 1907 “Address,” dated 26 March 1907, and its denials of Mormon deceit, see Messages 4:145-46. The Deseret News editorial is found in DN, 19 March 1910.
6. John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations.. Aids to Faith in a Modern Day (1943; Salt Lake City: Bookcraft, n.d.), 62, 208, 213 passim.
7. Dallin H. Oaks, “Criticism,” Ensign 17 (Feb. 1987): 69.
8. Gordon B. Hinckley, “We Believe in Being Honest,” Ensign 20 (Oct. 1990): 5.
9. D. Michael Quinn, Early Mormonism and the Magic World View (Salt Lake City: Signature Books, 1987).
10. Klaus J. Hansen, Quest for Empire: The Political Kingdom of God and the Council of Fifty in Mormon History (East Lansing: Michigan State University Press, 1967), 56-65 passim.
11. JH, 7 April 1897; Brigham Young and Willard Richar d s to Reuben Hedlock, 3 May 1844, HC 6:352-53; and Helen Mar Kimball’s comments in Orson F. Whitney, The Mormon Prophet’s Tragedy (Salt Lake City: Deseret News, 1905), 37.
12. Merle H. Graffam, ed., Salt Lake School of the Prophets Minute Book, 1883 (Palm Desert, Calif.: ULC Press, 1981), 6, 8, 9, 13, 15, 16, 17, 52, 55, 57-60, 66.
13. David Brion Davis,“Some Themes of Counter-Subversion: An Analysis of Anti-Masonic, Anti-Catholic, and Anti-Mormon Literature,” Mississippi Valley Historical Review 47 (Sept. 1960): 211-14.
14. See the commentary in this regard by R. Laurence Moore, Religious Outsiders and the Making of Americans (New York: Oxford University Press, 1986), 37-38.
15. Joseph Smith, in HC 6:410-11; and John Jaques, “Polygamy…,” Mill. Star 15 (12 March 1853): 164.
16. See the citations for these many denials gathered by David J. Whittaker, “Early Mormon Pamphleteering” (Ph.D. diss., BYU, 1982), 368-69n.3. Also see HC 5:286; Robert Bruce Flanders, Nauvoo: Kingdom on the Mississippi (Urbana: University of Illinois Press, 1965), 268-77; Bachman, “A Study,” 189-96; Samuel W. Taylor, The Kingdom or Nothing: The Life of John Taylor, MilitantMormon (New York: Macmillan, 1976), 85; Linda King Newell and Valeen Tippets Avery, Mormon Enigma: Emma Hale Smith, Prophet’s Wife, “Elect Lady,” Polygamy’s Foe, 1804-1879 (Garden City, N.Y.: Doubleday, 1984), 128-29; and Richard S. Van Wagoner, Mormon Polygamy: A History (Salt Lake City: Signature Books, 1986), 27-35 passim.
17. Elder’s Journal 1 (8 May 1838): 43;HC 2:214, 4:585-86; “From the Boston (Mass.) Bee,” Times and Seasons, 4 (15 March 1843): 143.
18. HC 4:582-83, 6:46.
19. William Clayton’s Nauvoo Journal, 7 March, 27 April, 26 May, 16 Aug. 1843, typewritten copy in private possession; testimony of Jason Briggs, given in the Temple Lot case and reprinted in Joseph F. Smith, Jr., Blood Atonement and the Origin of Plural Marriage: A Discussion (Salt Lake City: Deseret News, 1905), 54; Benjamin Franklin Johnson, My Life’s Review (Independence, Mo.: Zion’s Printing and Publishing, 1947), 95-96.
20. James B. Allen and Glen M. Leonard, The Story of the Latter-day Saints (Salt Lake City: Deseret Book, 1976), 171.
21. For examples of those contending that the leaders’ denials were in order when semantically understood, see “Be Not Led Astray by Deceivers,” DN, 13 Dec. 1879; Joseph F. Smith, “Joseph Smith and Celestial Marriage,” DN, 20 May 1886; Wilford Woodruff’s testimony in The Reorganized Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, Complainant vs. The Church of Christ at Independence, Missouri…Complainant’s Abstract…(Lamoni, Iowa: Herald Publishing House and Bindery, 1893), 303; and Paul E. Reimann, Plural Marriage Limited (Salt Lake City: Utah Printing, 1974), 93 passim. The employment of double entendre in connection with the practice of polygamy in the early church has long been noticed Thomas B. H. Sten-house, The Rocky Mountain Saints…(New York: D. Appleton, 1873), 194; JoAnn Barnett Shipps, “The Mormons in Politics: The First Hundred Years,” (Ph.D. diss., University of Colorado, 1965), 99; Samuel W. and Raymond W. Taylor, eds., The John Taylor Papers: Records of the Last Utah Pioneer, Vol. 1 (Redwood City, Calif: Taylor Trust Publisher, 1984): 58-59. For use of the term “spiritual wife” in Nauvoo and later, see the quotation from Ebenezer Robinson in Lawrence Foster, Religion and Sexuality:Three American Communal Experiments of the Nineteenth Century (New York: Oxford University Press, 1981), 177; Helen Mar Whitney, Plural Marriage as Taught by the Prophet Joseph…(Salt Lake City: Juvenile Instructor Office, 1882), 15; and Mrs. Benjamin G. Ferris, Mormons at Home…(New York: Dix & Edwards; London: Sampson, Low & Son, 1856), 114.
22. John Henry Smith to Joseph Smith III, 21 April 1886, P22, fd. 331; and Joseph F. Smith to Joseph Smith III, 3 May 1889, P22, fd. 47, both in RLDS Library and Archives.
23. Ebenezer and Angeline E. Robinson affidavit, 29 Dec. 1873, copy, P31, fd. 7, RLDS Library and Archives.
24. Joseph Smith, in HC 6:411.
25. See above in chap. 1, 4.
26. Joseph Smith, in Wilford Woodruff’s Journal 1833-1898, ed. Scott Kenney, 9 vols. (Midvale, Utah: Signature Books, 1983-85), 1:344, 2 July 1839.
27. Joseph Smith, in HC 4:478-79.
28. Justus Morse affidavit, 23 March 1887, contained and discussed in John E. Thompson, “The Justus Morse Affidavit: An Examination of Its Historicity and Significance,” and Michael S. Riggs, “Because of My Oath as a Danite’: A Biographical and Sociological Sketch of Justus Morse” (Papers presented before the Mormon History Association, 1 June 1991, Claremont, Calif.). A copy of Morse’s affidavit was also printed in Charles A. Shook, The True Origin of Mormon Polygamy (Cincinnati: Standard Publishing, 1914), 167-71.
29. Joseph Smith, in HC 3:385; Autobiography of Mosiah Lyman Hancock, typewritten copy, p. 18, BYU Library.
30. Mosiah Hancock, “The Prophet Joseph—Some of His Sayings,” DN. 21 Feb. 1884.
31. For examples of dissimulation to protect the Prophet Joseph Smith in his polygamous relationships, see Bachman, “A Study,” 194; and Richard S. Van Wagoner, “Sarah M. Pratt: The Shaping of an Apostate,” Dialogue 19 (Summer 1986): 82, 97.
32. Saint Paul, in I Corinthians 3:2; Joseph Smith, in D&C 50:40 (1831).
33. Joseph Smith, in HC 1:220n, 2:477; Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 2:342-43, 21 Jan. 1844; the reminiscences of Brigham Young, in JD 9:294, 18:242 (1852, 1874); and John Taylor in JD 6:165 (1858).
34. Levi Hancock, in Mosiah Hancock, “The Prophet Joseph—Some of His Sayings.” Brigham Young’s statement is in JD 9:294 (1862).
35. Orson Hyde, in JD 2:83 (1854). Also see Erastus Snow in JD 23:295-96 (1883); and the comments of Leonard Arrington and Davis Bitton, The Mormon Experience: A History of the Latter-day Saints (New York: Alfred A. Knopf, 1979), 197.
36. Joseph Smith, in HC 4:570, 5:19-21, 140, 285-86, 6:58, 410.
37. Udney Hay Jacob, An Extract from a Manuscript Entitled “The Peacemaker”; or, The Doctrines of the Millennium…(Nauvoo: J. Smith, Printer, 1842). For analysis of the document, see Lawrence Foster, “A Little-Known Defense of Polygamy from the Mormon Press in 1842,” Dialogue 9 (Winter 1974): 21-34.
38. Joseph Smith, in HC 4:445, 5:140, 181. And see the reference in a poem by Eliza R. Snow, one of Smith’s plural wives, to the “corroding wrongs” of “tradition’s haughty mood.” Maureen Ursenbach Beecher, ed., “Eliza R. Snow’s Nauvoo Journal,” BYU Studies 15 (Summer 1975): 400.
39. On the role played by Joseph’s sexual and marital ideas in precipitating the collapse of church rule in Nauvoo, see above, in chap. 1, 8-12. Also see affidavits and commentary connecting polygamy with lying in Shook, True Origin of Mormon Polygamy, 124-29 passim.
40. Joseph Smith, in HC 6:442.
41. Emma Smith, in William Clayton’s Nauvoo Journal, 15 Aug. 1844; and the allegations of secrecy mentioned at the trial of Sidney Rigdon in Times and Seasons 5 (1 Oct. 1844): 664.
42. Richard E. Bennett, Mormons at the Missouri, 1846-1852: “And Should We Die…” (Norman: University of Oklahoma Press, 1987), 186-90, 195-98.
43. John Taylor, in Public Discussion between Revds. C. W. Cleeve, James Robertson, and Philip Cater and Elder John Taylor, of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, at Boulogne-sur-Mer, France…(Liverpool: John Taylor, 1850), 8. Also see the account by his grandson, Samuel W. Taylor, The Kingdom or Nothing, 151.
44. See, e.g., Orson Pratt’s concealment of Mormon revelation on polygamy prior to 1843, in Seer 1 (Feb. 1853): 30.
45. Charles William Penrose Diaries, 10 Jan. 1897, Charles William Penrose Collection, UHi.
46. Brigham Young, as quoted in Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 4:12, 4 Feb. 1851.
47. “Adam, Our Father and God,” Mill. Star 15 (26 Nov. 1853): 770; Brigham Young at the trial of Sidney Rigdon, Times and Seasons 5 (1 Oct. 1844): 667; JD 8:58, 208 (Brigham Young/1860); JD 10:59 (George A. Smith/1862); A. Miner, “How to Obtain the Blessings,” Mill. Star 29 (27 April 1867): 257-59.
48. Charles Kelly, ed., Journals of John D. Lee, 1846-47 and 1859 (Salt Lake City: University of Utah Press, 1984), 227, 23 July 1859.
49. Richard Burton, The City of the Saints and across the Rocky Mountains to California, ed. Fawn Brodie (1861; New York: Alfred A. Knopf, 1963), 454.
50. JD 2:216-17 (George A. Smith/1855); JD 6:165 (John Taylor/1858); Jaques, “Polygamy…,” 161-65.
51. John D. Hicks, “The Constitutions of the Northwest States,” University Studies Published by the University of Nebraska 23 (Jan.-April 1923): 138-39.
52. See above, 50, 371.
53. Charles W. Penrose to President John Taylor, 16 Feb. 1887, John Taylor Letter File, type written transcriptions by Raymond Taylor, University of Utah Library, Salt Lake City.
54. These issues are discussed in a series of letters written by Richards to the church’s First Presidency during the late winter and early spring of 1888. Franklin S. Richards to presidents Wilford Woodruff and George Q. Cannon, 28 Feb. 1888, to George Q. Cannon, 20 March 1888, to presidents Wilford Woodruff and George Q. Cannon, 22 March 1888, and to Brother Mack [Joseph F. Smith], 1 May 1888, photo and typewritten copies, Franklin S. Richards Correspondence, 1886-90, UHi.
55. For Caine’s remarks, see Cong. Rec., 50th Cong., 1st sess., 1888, 19, pt. 18:7950-7953. For both Richards and Caine, see The Admission of Utah: Arguments in Favor of the Admission of Utah as a State…(Washington, D.C.: GPO, 1888), 14-18, 68-69; and Hearings before the Committee on Territories in Regard to the Admission of Utah as a State (Washington, D.C.: GPO, 1889), 6-8.
56. Richards to George Q. Cannon, 20 March and 22 March 1888, Franklin S. Richards Correspondence.
57. John W. Taylor, quoted in untitled, Nephi Ensign, 22 Feb. 1889.
58. Samuel W. Taylor, “Interviews with Nettie [Janet] M. Taylor,” p. 20, July 1947, BYU Library.
59. William Henry Gibbs, Sr., Diary, 9 April 1889, Church Archives.
60. Franklin S. Richards, quoted in Carlos Ashby Badger Diaries, 21 Dec. 1904, Church Archives.
61. Wiley Nebeker to Apostle John Henry Smith, 27 May 1903, John Henry Smith Letters, George A. Smith Family Papers, University of Utah Library.
62. John Henry Smith to Wiley Nebeker, 3 June 1903, John Henry Smith Letterbooks, Church Archives.
63. Katherine Cannon Thomas, interviewed by Leonard R. Grover, 25 March 1980, pp. 3-4, 11, POHP.
64. The instance recalled by Heber Grant Ivins is reported in Heber Grant Ivins, interviewed by Justin Stewart, 27 June 1971, pp. 29-30, box 1, fd. 5, Heber Grant Ivins Collection, UHi. The episode involving the remark that so disturbed Apostle Anthony W. Ivins is told in Florence Ivins Hyde, interviewed by Victor W. Jorgensen, 18 August 1972, transcript in private possession.
65. Carlos Ashby Badger Diaries, 9 Dec. 1905, Church Archives.
66. Rudger Clawson Diaries, 5 Oct. 1904, University of Utah Library.
67. Esmé Cecil Wingfield-Stratford, Truth in Masquerade: A Study of Fashions in Fact (London: Williams & Norgate, 1951), 120, 135.
68. George Q. Cannon, quoted in Richard W. Young memorandum, 7 Feb. 1892, John Henry Smith Letters, George A. Smith Family Papers.
69. Trials.
70. Matthias F. Cowley, in ibid.
71. Brooks Adams, The Emancipation of Massachusetts (Boston: Houghton, Mifflin, 1887), 134; and the comment of Franklin D. Daines, “Separatism in Utah, 1847-1870,” Annual Report of the American Historical Association for the Year 1917 (Washington, D.C., 1920), 334. Two examples of the speed with which Mormon leaders could interpret disagreement as evidence of sinister, other-worldly design are found in Kenney, Wilford Woodruff’s Journal 4:500, 6 Dec. 1856; and Daniel McArthur’s story in Diary of Charles Lowell Walker, ed. A. Karl Larson and Katherine Miles Larson, 2 vols. (Logan: Utah State University Press, 1980), 2:531, 6 Feb. 1881.
72. “Rebellion against Legitimate Authority,” Mill. Star 18 (12 April 1856): 227; JD 12:245 (Brigham Young/1868); “Minutes of a Special Conference of Elders of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Assembled in the Tabernacle, Great Salt Lake City, Aug. 28, 1852,” Mill. Star 15 (Supplement 1853): 3.
73. “Report of the Governor of Utah” [1889], Report of the Secretary of the Interior…, 5 vols. (Washington, D.C.: GPO, 1890), 3:495.
74. E.g., JD 12:164 (Brigham Young/1867); and John Phillips Meakin, Leaves of Truth: Utah and the Mormons (Salt Lake City: n.p., 1909), 43.
75. Brigham Young, as reported in Larson and Larson, Diary of Charles Lowell Walker 1:25-26, 21 March 1858. The number of such remarks by church leaders, especially during the nineteenth century, is quite large. See, as but a representative sampling, “History of Brigham Young,” Mill. Star 26 (14 May 1864): 311; Kenney, Wilford Woodruff’s Journal, 2:331, 10 Dec. 1843; JD 3:110 (Heber C. Kimball/1854); JD 5:83 (Wilford Woodruff/1857); JD 12:105, 126 (Brigham Young/1867, 1867); James G. Bleak, “Annals of the Southern Utah Mission,” Vol. 1, book B, pt. 1:176 [Erastus Snow in 1873], typewritten copy, Washington County Library, St. George, Utah; and comments by the non-Mormon Orlando W. Powers in Proceedings 1:813-14.
76. Joseph Smith, in HC 5:135.
77. Jules Remy, A Journey to Great-Salt-Lake City…, 2 vols. (London: W. Jeffs, 1861), 2:230; Julian Ralph, “A Week with the Mormons,” Harper’s 37 (8 April 1893): 330; Proceedings 1:461; W. M. Raine and A. W. Dunn, “Mormon or Patriot: The Church, Its People and Their Life,” Leslie’s Monthly Magazine 59 (March 1905): 539; J. Bonner Ritchie, “How Strait the Gate, How Narrow the Way? The Institutional Church and the Individual…,” Sunstone 6 (May-June 1981): 28-35; Dawn Tracy, “LDS and RLDS Churches’ Structure Cannot Accept Dissent, Speaker Claims,” SLT, 30 Aug. 1986.
78. Earl Okelberry, interviewed by Jessie L. Embry, 6 Nov. 1979, p. 10, POHP. Also see Abraham L. Stout, interviewed by Tillman S. Boxell, 5 Sept. 1978, p. 11, POHP.
79. John Taylor, in JD 20:353 (John Taylor/1880).
80. Richard W. Young, in Proceedings 2:966, 987.
81. Angus Cannon, in Proceedings 1:790. Theodore Schroeder, referring to Mormons who repudiated their pledges in connection with polygamy, said they defended themselves by saying that such promises “were improperly exacted under conditions amounting practically to duress.” A. Theodore Schroeder, “Polygamy and the Constitution,” Arena 36 (Nov. 1906): 496.
82. Henry S. Tanner, quoted in Richard Barry, “The Mormon Evasion of Anti-Polygamy Laws,” Pearson’s Magazine 24 (Oct. 1910): 451.
83. 1 Nephi 4:1-18.
84. Heber J. Grant, as quoted by Judd and reported in Carlos Ashby Badger Diaries, 16 Jan. 1904.
85. John Henry Smith, as quoted first in “‘Manifesto Only Trick to Beat Devil at Own Game,’” SLT, 16 Jan. 1906; then in Proceedings 4:13.But see John Henry Smith to T. D. Ehle, undated, John Henry Smith Letterbooks, George A. Smith Family Papers; and denials in Proceedings 4:367-68, 405-6.
86. Moojan Momen, An Introduction to Shi’i Islam:The History and Doctrines of Twelver Shi’ism (New Haven: Yale University Press, 1985), 183. A disturbing parallel is provided in the recent justification given by a Mormon general authority, Elder Paul Dunn, who said he saw no moral wrong in altering historical truth for the purpose of reinforcing Mormon precepts. “LDS Speaker Admits Spicing Up Stories,” SLT, 16 Feb. 1991;“Dunn Story Proves Costly for Veteran Journalist,” ibid., 21 Feb., 1991; and “Popular LDS Speaker Dunn ‘Embellished’ Anecdotes,” Ogden Standard, 16 Feb. 1991.
87. Genesis 20:2.
88. Heber Bennion to Heber J. Grant, 9 July 1929, fd. entitled “Polygamy,” in Brigham H. Roberts letterbox 7, Church Archives.
89. H. Grant Ivins, “Polygamy in Mexico as Practiced by the Mormon Church, 1895-1905,” 5, 6, typewritten manuscript, University of Utah Library.
90. Stenhouse, The Rocky Mountain Saints, 192.
91. Michel de Montaigne, Essais 2:18.
92. Thomas Hutchinson, The History of the Colony and Province of Massachusetts-Bay, ed. Lawrence Shaw Mayo, 3 vols. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1936), 3:162.
93. George E. Hancey, interviewed by Michael H. Schaub, 17 Feb. 1979, p. 3, POHP.
94. Carl A. Badger to “My Dear Charlie,” 22 June 1906, Carlos Ashby Badger Collection, Church Archives.
95. George D. Kirby, “Hypocrisy,” Improvement Era 14 (Nov. 1910): 43.
96. Joseph Bailey, in Proceedings 1:332.
97. Richard Barry, “The Mormon Evasion of Anti-Polygamy Laws,” 445. Also see the comments of Edward B. Critchlow, in Proceedings 1:669-70; and Burton J. Hendrick, “The Mormon Revival of Polygamy,” McClure’s Magazine 36 (Jan. 1911): 461-62.
98. Juab (A High Private in Israel), “To the Methodist Ministers,” Kinsman 1 (13 Nov. 1897): 2-3.
99. A. Theodore Schroeder, “Polygamy and Inspired Lies,” Kinsman 1 (Jan.-Feb. 1898): pts. 1-5.
100. “May Lie for Roberts,” SLT, 9 Jan. 1899.
101. “Polygamist and Liar,” SLT, 2 Aug. 1910.
102. See, e.g., the First Presidency’s “Address,” 26 March 1907, Messages 4:145-46; the remarks of President Joseph F. Smith as published in “True to God, His People, and the World in Every Promise,” Improvement Era 14 (Nov. 1910): 71-72;and John Henry Smith, “The Habit of Drifting,” ibid., 14 (Dec. 1910): 169.
103. Many of these devices were discussed above in connection with the post-Manifesto marriages of apostles and First Presidency members in chap. 6.
104. Guy C. Wilson, Jr., Memories of a Venerable Father and Other Reminiscences (Fullerton: California State University, Oral History Program, 1988), 129.
105. Fred C. Collier, comp., Unpublished Revelations of the Prophets and Presidents of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Vol. 1 (Salt Lake City: Collier’s Publishing, 1981), pt. 1:145-46.
106. Recent accounts that review claims concerning these events are J. Max Anderson’s anti-fundamentalist Polygamy Story: Fiction and Fact (Salt Lake City: Publisher’s Press, 1979), 63-76; Fred C. Collier’s rebuttal, in “Re-Examining the Lorin Woolley Story,” Doctrine of the Priesthood 1 (Feb. 1981): 1-17;and the very readable description in Van Wagoner, Mormon Polygamy, 128-29, 190-91.
107. For fundamentalist discussion and affirmation of this tradition, see “Our Position,” Truth 10 (March 1945): 269; “Prosecution Won’t Stop Us, Polygamists’ Leader Says,” Ogden Standard Examiner, 10 Sept. 1944; Joseph Leslie Broadbent, Celestial Marriage? (Salt Lake City: n.p., 1927), 23-24; Joseph W. Musser, Celestial or Plural Marriage: A Digest of the Mormon Marriage System as Established by God through the Prophet Joseph Smith (Salt Lake City: Truth Publishing, 1944, 1970), 148; Lynn L. Bishop and Steven L. Bishop, The Keys of the Priesthood Illustrated (Draper, Utah: Review and Preview Publishers, 1971), 76-77, 117, 172-74, 192-97, 226-40; [Gilbert Fulton and Rulon Allred], The Most Holy Principle, 4 vols. (Murray, Utah: Gems Publishing, 1970-75), 4:20, 68, 164-67, 213; Dennis R. Short, Questions on Plural Marriage with a Selected Bibliography and 1600 References (Salt Lake City: privately published, 1975), 9, 10, 18-21, 36, 37, 42, 43, 44. For examples of fundamentalist pragmatics in dealing with the law, see Anderson, The Polygamy Story, 87, 88.
108. Dorothy Allred Solomon, In My Father’s House: An Autobiography by Dorothy Allred Solomon (New York: Franklin Watts, 1984), 31, 42-43, 110-11 passim.
109. While the distinction between church and priesthood is referred to in most Mormon fundamentalist writings, perhaps the two most extensive and carefully developed expositions of the argument are to be found in Bishop and Bishop, Keys of the Priesthood, 3-75, 201-3 passim; and all of Gilbert A. Fulton, That Manifesto (Kearns, Utah: Deseret Publishing, 1974).
110. See above in chap. 2, 55; and the instructions given by church leaders to territorial delegate John T. Caine, as described in Edward Leo Lyman, Political Deliverance: The Mormon Quest for Utah Statehood (Urbana: University of Illinois Press, 1986), 60.
111. “Discourse by President John Taylor,” DN, 2 June 1880. Also see reference to Taylor’s dispersion of authority for performing plural marriages, above, 52-53.
112. Herbert L. James to John M. Cannon, 10 June 1902, original in private possession.
113. Badger Diaries, 22 Dec. 1904 and 12 Feb. 1905.
114. John Taylor, in Trials.
115. “A Biographical Sketch of the Life of Mary Evelyn Clark Allred,” Star of Truth 2 (Nov. 1954): 301; Samuel W. Taylor, Rocky Mountain Empire: The Latter-day Saints Today (New York: Macmillan, 1978), 21, 81-97;and idem, The Kingdom or Nothing, 301-2, 309-10.
116. Some, like Byron Harvey Allred, believed the process to have been well advanced before the time of Heber J. Grant. He saw the Quorum of Twelve Apostles, with deeds like the expulsion from their number of Matthias F. Cowley and John W. Taylor, as especially culpable. See the entirety of Allred’s A Leaf in Review of the Words and Acts of God and Men Relative to the Fullness of the Gospel (Caldwell, Idaho: Caxton, 1933). For contentions that, with Heber J. Grant, the church took especially long steps toward compromise with the world, see Bishop and Bishop, Keys of the Priesthood, 241-62ff.; and Short, Questions on Plural Marriage, 5. Modern church authorities have never rejected the distinction between church and priesthood, albeit the difference sometimes seems vague. See John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations: Aids to Faith in a Modern Day (Salt Lake City: Murray & Gee, 1943), 177-78; and Gordon B. Hinckley, “Priesthood Restoration,” Ensign 18 (Oct. 1988): 72.
117. See the remarks of Lionel Caplan in the introduction to Studies in Religious Fundamentalism, ed. Lionel Caplan (Albany: State University of New York Press, 1987), 5-22. The following also provide comparative insight into the Mormon fundamentalist experience: Ernest R. Sandeen, The Roots of Fundamentalism: British and American Millenarianism, 1800-1930 (Chicago: University of Chicago Press, 1970); George M. Marsden, Fundamentalism and American Culture: The Shaping of Twentieth-Century Evangelicalism, 1870-1925 (New York: Oxford University Press, 1980); James Barr, Fundamentalism (Philadelphia: Westminster, 1977); William R. Hutchison, The Modernist Impulse in American Protestantism (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1976); Rodney Stark, ed., Religious Movements: Genesis, Exodus and Numbers (New York: Paragon House, 1985).
hola escuche el audio sobre los niños, la verdad no me parece mal que se bauticen a los 8 si bien hay un argumento en el crecimiento futuros lideres, etc como decias, pero no lo veo mal mira que tengo una hija que tiene ganas de bautizarce, por otro lado en el 2002 yo me bautice y el domingo me confirmaron miembro eso es relativo, tienen buenos audios nos vemos saludos desde argentina
ResponderEliminarYo cometí el error de que cuando nacio mi hijo lo lleve y lo presente cómo es la tradición mormona;me dieron un certificado donde dice que la ceremonia de presentación fue realizada...lo que no me dijeron fue que a partir de ese momento mi bebé ya era contado como miembro nuevo y seguiría así hasta cumplir los 8 años; lastimosamente no son personas;son números....
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